· imágenes extraídas del IG de Peanut Butter Wolf
Puede que en tu estantería haya más de una veintena de LP’s con las letras STH antepuestas a un código de cuatro dígitos. Puede que sólo alguno, el 2062, 2065, o el 2126. Puede que estés leyendo este artículo sin que te suene demasiado el nombre de Stones Throw, pero créeme. Si estás aquí, alguna vez en la vida has oído hablar de un músico relacionado con el trabajo del sello.
Sería injusto que el primer nombre de este monográfico no fuera el de Peanut Butter Wolf. Fundó Stones Throw Records en 1996, lo convirtió en uno de los buques insignia del rap independiente en la primera década de los 2000 (por eso para algunos no existió crisis post ’90), y por el camino lo ha establecido como sello de referencia, en un amplio sentido.
No sólo por el contenido de su catálogo, su rol en el desarrollo de buena parte de las tendencias musicales hijas del rap, o la intrahistoria de buena parte de los artistas del sello. Tampoco sólo por desarrollar un identidad visual reconocible (responsabilidad de Jeff Jank), y trasladarla siempre a un formato físico. Ni por su buen gusto en las reediciones y compilaciones. No sólo por eso, y por todo eso, es un ejemplo de cómo mantener tu personalidad (por caleidoscópica que sea) de forma reconocible, y a la vez sostenible económicamente.
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CHRIS MANAK
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La historia la escriben las personas, y disociar el relato de Stones Throw del de su fundador, sería un error. Tenemos que remontarnos casi veinte años, a 1979, cuando antes de Peanut Butter Wolf y de Chris Cut (su primer alias como dj y productor), un niño de nueve años llamado Chris Manak compró su primer vinilo.
Por aquel entonces Margaret Thatcher pasaba a la historia por ser la primera mujer británica en proclamarse Primer(a) Ministro(a); Sadam Hussein se convertía en presidente de Irak; se fundaba Nickelodeon, el primer canal especializado de dibujos animados; SONY comenzaba a comercializar el walkman; y, tras llevar más de seis años flotando en el espacio, el Skylab (la primera estación espacial estadounidense) se estrellaba en suelo australiano.
Ajeno, o no, a estos acontecimientos históricos, el joven Chris cruza una avenida bajo el sol de San Diego (California) en dirección a una tienda de discos en la que gastar los pocos ahorros que había conseguido rebañando aquí y allá. Aquel año, por cierto, en una pequeña ciudad del estado de Michigan llamada Ann Arbor, nacía un chico al que sus padres llamarían Andrew Mayer Cohen, y que más tarde adoptaría como sobrenombre la calle en la que creció: la Hawthorne Road.
Dejando de lado detalles que sólo el mismo Peanut podría contarnos, y que hacen tan especial la compra de tu primer vinilo como una primera calada, un primer trago, la primera vez que te corres, o la primera vez que probaste aquello, fuera de la forma que fuera; lo que sí sabemos es que Chris se fue de aquella tienda con un single en cuyo título aparecía la palabra ‘boogie’. Puede que ‘Boogie Nights’ de Heatwave, quizá ‘I’m Your Boogie Man’ de K. C. & The Sunshine Band, ‘Boogie Forever’ de The Sylvers…
Las primeras canciones que me compró mi madre, y las primeras que me compré yo mismo, tenían todas la palabra boogie en el título. No recuerdo cuál de ellas fue primero….
¿Te imaginas en la piel de Chris? Puede que aquellos vírgenes dedos pasearan por las, no tan polvorientas entonces, novedades de artistas como Aretha Franklin, Kool & The Gang, Ian Dury & The Blockheads, David Bowie, Ella Fitzgerald, Herbie Hancock, The O’Jays, UFO, The Clash, Commodores, Eddy Grant… y puede incluso que su atención se parara ante una estantería en la que relucían varias copias del disco debut de una incipiente estrella negra llamada Michael Jackson.
Otro de los singles que tuvo cierto éxito ese año, para sorpresa de parte de la industria, era de ese reciente estilo llamado rap y llevaba por título ‘Rapper’s Delight’. Aquel día de 1979 se despertó el coleccionista que llevaba (y mantiene) dentro el joven Chris, y que sin duda ha impregnado la filosofía del sello.
«Empecé con ‘Rappers Delight’. A pesar de que esa canción es considerada una deshonra para para la gente que vivía el hip-hop en el Bronx por aquel entonces, probablemente fuera el primer contacto que tuvo con el hip-hop el 99% de la población estadounidense. Por cierto que la banda hizo un buen trabajo versionando ‘Good Times»
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DJ CHRIS CUT
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Como sucedería de forma casi natural en Estados Unidos, una buena colección de discos pedía a gritos ser mezclada, por lo que con trece años Chris se hizo con su primer par de platos. Junto a numerosas galletas que rezaban el concepto ‘boogie’, en aquellos platos giraban desde discos de A Number of Names o Model 500 (productores de Detroit que a día de hoy son abanderados como los pioneros del techno) al disco pistero salvaje de Loose Joints. También artistas de fuera de Estados Unidos como los alemanes Kraftwerk, los italianos Kano, o los japoneses Yellow Magic Orchestra. Una variedad de estilos que hoy se refleja en el catálogo del sello californiano a día de hoy. Por supuesto, por aquellos platos también pasaron las primeras referencias históricas del rap.
«Empecé a comprar vinilos religiosamente en los ‘80. Siempre descubría cosas antes de que triunfaran y se volvieran éxitos, como ‘I Need a Beat’ de LL Cool J o ‘Gucci Time’ de Schooly D. Me sentía orgulloso de mi habilidad para descubrir artistas antes que nadie. Todavía puedo sentirme orgulloso a día de hoy por haber hecho lo mismo en Stones Throw. Yo lancé a Planet Asia, después fichó por Interscope y yo pensé ‘sí, yo supe de él primero»
Aunque su contacto fue con aquellos chicos negros que Sylvia Robinson sacó de la nada, el primer flechazo importante que tuvo Chris fue con unos blanquitos punkys llamados Beastie Boys. En el ‘84 lanzaron su 12” “Cookie Puss” y, como no, Chris se hizo con él y se subió a la revolución de aquellos chicos que entraban en estados anárquicos para conseguir la excelencia interna (B.oys E.ntering A.narchistic S.tates T.owards I.nternal E.xcellence). Un año después compró el single “Rock Hard” (’85 – Def Jam) y el “Drum Machine” de MCA en colaboración con Burzootie. (’85 – Def Jam también). El monstruo comenzaba a crecer.
«Era el único fan de los Beastie Boys que conocía de la Bay Area, y muy probablemente de toda la Cosa Oeste. Cuando salió “She’s On It” también lo compré, aunque sabía que no era tan bueno como su material anterior. En el ‘86 “Fui expresamente al show de Run DMC a ver a los Beastie Boys. Fue antes del “Licensed To Ill”. Les tiré mi demo y una foto de mi colegio con una nota en la que les decía que quería ser su dj. Ellos todavía no tenían dj, y yo era el mejor dj de scratch en mi ciudad y conocía toda su música. Evidentemente nunca sucedió…»
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Como no se pudo convertir en el dj de Beastie Boys, y Chris debía de expresarse de alguna manera, se hizo con una caja de ritmos para empezar a producir beats. Además de eso, y puede que influenciado por aquel trío de blancos neoyorkinos, cogió a su hermano pequeño Johnny, que por aquel entonces rondaba los once años, y a un reciente amigo y formaron un grupo de punk llamado Peanut Butter Wolf.
El vínculo de Chris con el alias viene del hermano pequeño de una novia que tuvo. Aquel niño le contó la historia de un lobo que solía atacar el rebaño de un pastor, hasta que éste le pilló un día y lo convirtió en un globo gigante de mantequilla de cacahuete. El niño tenía pesadillas con el lobo, y a Chris le pareció tan gracioso que contó la historia a sus amigos y se convirtió en una leyenda dentro del grupo. A Chris le pareció el concepto perfecto para la banda.
El tercer miembro de aquella banda de punk se llamaba Jeff, pero su apellido por aquel entonces no era Jank, a pesar de que muchos le conozcamos así por, como ya hemos dicho, ser el responsable actual de la imagen de Stones Throw (algo así como lo que Reid Miles fue para el mítico sello de jazz Blue Note).
Nosotros le decíamos a Johnny [el hermano pequeño de PBW] que seríamos una banda de verdad como los Gun’s N Roses, sólo que queríamos oír a un niño cantando sobre fumar crack
· Jeff Jank
No conforme con coleccionar discos, pinchar, coquetear con el punk y comenzar a producir con una caja de ritmos Dr Rhythm, el joven Chris, entonces ya bajo el pseudónimo de Chris Cut, comenzó en la segunda mitad de la década de los ‘80 a grabar a mc’s de San José.
¿Cómo estaba el rap en aquel momento?
No es tiempo ahora de profundizar en la historia del género, pero habían pasado cosas desde aquel ‘Rapper’s Delight’ del año en que Chris compró su primer disco, y su romance con los Beastie Boys. Se había expandido el mensaje interplanetario de “Planet Rock” (’85 – Tommy Boy) de Afrika Bambaataa & Soulsonic Force, pasando al fenómeno Run D.M.C. de la mano de Rick Rubin. Explota con “Raising Hell” (’85 – Profile, Arista) pasando por coronar la lista Billboard de R&B/Hip-Hop, firmar contratos con Adidas [Puedes conocer más sobre el tema en el Behind Bars que le dedicamos a ‘My Adidas’], y grabar ‘Walk this Way’ con Aerosmith.
Esa es la historia ya bien sabida y recontada, pero no todo quedaba ahí. Fueron muchos los responsables de diseñar la antesala de la idolatrada Golden Era. En el este Big Daddy Kane, Spoonie Gee, LL Cool J… En el oeste Ice-T, Too Short, NWA… Y la generalmente olvidada Philly, con Schoolly D, Steady B o Jazzy Jeff & The Fresh Prince enre otros. A eso habría que sumar infinidad de satélites que pivotaban sobre esos focos, y que a pesar de que hay periodistas y ‘on-line heads’ trabajando para desenterrarla, podría considerarse la historia no contada de la época [En España también tenemos la nuestra].
Mucho más lejos de aquellos satélites, en un plano espacial aparte, estaba San José. Cero industria del rap, pero algunos medios, y habiendo medios ¿quién quiere industria?. Chris Cut y su amigo Jeff eran de los pocos (por no decir los únicos) amantes del rap que tenían medios para grabar, lo que facilitó que prácticamente cualquier rapper de San José pasara por la casa de Chris.
De una de esas reuniones surgió el proyecto Lyrical Prophecy. En el grupo acompañaban a Chris: Dj Raleem (actualmente DJ King Assassin), Dark Side, Double Duce y Quiz1. Dado que las posibilidades de fichar por un sello en San José eran prácticamente nulas, Chris pidió un préstamo de 500$ a su padre para fundar el sello PMR Records a través del que lanzar el primer single del grupo.
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El sello lo fundaron entre Chris y Kim Collett, un amigo suyo con el que compartía espacio pinchando en la radio local KSJS. El título del corte era ‘You Can’t Swing This’ y plancharon 500 copias que en 1990 vieron la luz en formato 12”. El resto del disco lo completaban los cortes ‘Score the Metaphoar’ y ‘Listen Closely’. ¡Tienes una copia por 135 dólares si quieres en Discog’s!
“Nunca lo masterizamos, ni supimos como podríamos vendérselo a un distribuidor. Dimos algunas copias a nuestros familiares y amigos, también a las estaciones locales de radio, y vendimos alguna en las tiendas. Después de eso nos comimos como la mitad de las copias, pero nuestra meta era grabar un disco y lo conseguimos. Fuimos héroes locales… ¿quién iba a pensar que un grupo de San José sería capaz de poner a la venta su propia grabación de forma independiente?”
Quizá héroes locales es un término algo pretencioso, pero la publicación de ‘You Can’t Swing This’ hizo que no hubiera prácticamente nadie en San Diego que no supiera que en casa de Chris Cut se grababa rap. Poco después un compañero de instituto de Chris llamado Kermit le convenció de que conociera a un amigo suyo que se hacía llamar Charles C y que tenía bastante estilo. Chris comenzaba a trabajar con bastantes artistas de la ciudad, y un día pasó por allí Charizma (alias que finalmente adoptó Charles C). Para sorpresa de Chris, tan sólo tenía 16 años.
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Tenía skills, pero no le veía como alguien con quien invertir mi tiempo para trabajar conjuntamente. Después le conocí, y fue cuando conectamos y nos hicimos buenos amigos. Era muy parecido a mi: un poco friki, le gustaba aceptar retos musicales, y a pesar de lo joven que era tenía un profundo conocimiento del hip-hop.
Continúa en ‘De Peanut Butter Wolf & Charizma a la creación de Stones Throw’