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Rasco – Time Waits For No Man
(1998 · Stones Throw)
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En 1998 salió a la venta “Aquemini” de Outkast, “The misseducation of Lauryn Hill”, el “Tical 2000” de Method Man y el debut de Rasco titulado “Time waits for no man”, entre muchos otros. Comparar este último con el resto nos sirve simplemente para ponernos en situación de qué estaba representando el año 1998 en el rap. Por lo demás, nada que ver. El resto hicieron una carrera bien conocida, Rasco no. Bien es cierto que sigue en activo, ya sea junto a su compatriota Planet Asia en el grupo Cali Agent (ficha nuestra review de su álbum «This Is How The West Was One») o ya sea en solitario, con escasa repercusión debo decir. En este caso el título de su álbum debut ha sido premonitorio, pues ‘el tiempo no espera a ningún hombre’ y así ha sido, el tiempo no ha dado a Rasco la continuidad mediática ni los focos, que en cierta manera (desde una perspectiva underground) sí tuvo con su álbum debut.
Keida Brewer aka Rasco no es el mismo hoy que en 1998. El rap no es lo mismo tampoco y Rasco al igual que muchos de sus coetáneos es deudor de una época, hijo de un tiempo donde el arte de la rima era implacable (había que rimar todo), donde tener skills, dominar el léxico y hacer juegos de palabras era casi más importante que el mensaje en sí. Es por eso que “Time waits for no man” es un disco que hay que entender en su época, como esas películas de tempos lentos del neorrealismo italiano, que vistas hoy pueden llegar a aburrir, máxime porque nuestro ritmo de vida no tiene nada que ver al de hace 50 años.
No busques punch-lines increíbles, no hay un retorcido y acido punto de vista de la realidad norte-americana, no busques ingeniosos story-tellings… en este disco debut de Rasco encontrarás tremendos skills, rimas ingeniosas bien trenzadas, instrumentales que van al cuello y unos juegos de palabras respaldados por una tremenda voz, que no deja indiferente a nadie, todo ello con una imponente actitud que por supuesto da al artista un carisma especial.
Pero para entender cómo se gesta Rasco y cómo crea esta obra maestra, debemos mirar al contexto donde crece. Originario de San Mateo (California) crece en una ciudad periférica de la rica y progresista San Francisco. California era conocida por el gangsta rap de Los Angeles con nombres que todos conocemos como N.W.A o Snoop Dogg. Esta realidad de rapear sobre las bandas callejeras, la violencia explícita, el tráfico de drogas y en definitiva la realidad de los barrios más crudos de L.A no se correspondía con la bien-pensante y burguesa realidad de la bahía, contextualizada en un entorno universitario y que hoy en día supone la meca de las startups y las empresas on line. No en vano, Sillicon Valley se ubica en esta zona periférica de San Francisco.
Por tanto no podemos ubicar a Rasco en la recurrente etiqueta de West Coast Rap, porque aún siendo West Coast, dicha etiqueta servía para clasificar a los grupos que se contraponían al rap hecho en la East Coast, más concretamente en New York, y ni digamos en ese preciso momento, 1998, con los cuerpos de 2 Pac y Biggie todavía calientes.
Pero hay un dato que los más heads del lugar se estarán preguntando al respecto de la Bahía de San Francisco ¿Qué pasa con Too Short? ¿Qué pasa con E-40, Mac Dre…? ¿Qué pasa con el Sonido Moob? ¿Qué pasa con los que muchos consideran el autentico y genuino West Coast Rap? Pues sí, ese sería un debate importante a tratar (de qué ciudad sale la etiqueta West Coast Rap) y es que no podemos pasar por alto que aunque hemos descrito a la bahía de San Francisco como una zona tranquila y de alta progresía, los ghettos existen y la cruda realidad de armas, drogas y policía corrupta no es algo ajeno a la zona. El estandarte de dicho estilo genuino es Too Short. Hablar de él es hablar de los 80’, de la Bay Area y de un estilo que inspiró a los más conocidos rappers gangsta de L.A…pero esa es otra historia, pues al menos en lo musical, no parece haber inspirado mucho a Rasco.
¿Dónde ubicamos a Rasco entonces? La mayoría de las criticas que he leído lo definen como rapper de la Costa Oeste que hace un sonido de la Costa Este. ¿Pero qué mierda de definición es esta? Si digo esto termino en una línea pero ni es cierto ni busca echar luz sobre la figura de Rasco. Nada sale de la nada, y detrás de los pomposos videoclips angelinos de mujeres, champan, mansiones, fiestas en la piscina y low riders, se ubica una escena bastante potente y underground. Una escena más ortodoxa en las formas, mas jazzy, incluso más intelectual sin ser pretenciosa. Una escena underrated que creció bajo el ala de grupos como Freestyle Fellowship y The Pharcyde. Una escena que llegó a la Bahía de la mano de Hieroglyphics que se extendió por toda California y en especial en el radio de San Francisco.
No intentaban imitar a la Costa Este (y ni mucho menos al gangsta rap), supo tener un sello propio y supo trazar un nexo de unión con el Spoken Word y lo que hoy conocemos por Slam Poetry. Sin embargo, por encima de esos nexos, hubo una cosa que era de importancia capital en este movimiento o subgénero west y es el freestyle. Gran parte del documental «Freestyle: The Art of Rhyme» (2004 · Kevin Fitzgerald) está rodado en Los Angeles y Oakland (Bahía de San Francisco). Y es ahí donde podemos ubicar al bueno de Rasco, a Stones Throw, y a su gran mentor Peanut Butter Wolf.
Son precisamente estos condimentos los que provocan el surgimiento de Stones Throw. Un sello que a la postre sería considerado el Ajax de Amsterdam de las discográficas, es decir, un sello que se arriesga con proyectos nuevos, poco conocidos y con una calidad tan exquisita que en algunos casos llegan al mainstream. Los casos más conocidos serían los de Aloe Blacc o Mayern Hawthorne.
Hoy en día no ha cambiado ni un ápice su modus operandi en un mundo discográfico donde apenas hay clase media. O están los sellos potentes o están los sellos de artistas para editar su propio material. Stones Throw pertenecería a esa clase media de labels casi extintos, cercanos al artista y dispuestos a arriesgar con la música.
Y Rasco supuso todo un riesgo, pues su concepto musical estaba bastante alejado del sonido que se colaba el las listas Hot Rap Singles o en la lista Billboard. Esa no era ni es la liga del sello, aunque poco se imaginaba Chris Manak aka Peanut Butter Wolf el tremendo impacto que tendría su sello en Europa.
Algo que no mucha gente conocerá es que los orígenes de Rasco no tienen que ver con el micro sino con el dancing. Rasco comenzó siendo backup dancer del grupo Various Blend, grupo formado allá en el 91 por los Mc`s Friz-B y EB.F. Ser un backup dancer hoy en día es algo extinto y que puede causar mofa, pero eran otros tiempos, el step by step era sagrado y no olvidemos que 2 Pac también comenzó siendo un dancer antes que rapper.
Lo de bailar en los shows duró hasta que cogió el micro incentivado por el resto del grupo, y se los pulió a todos. En 1995 coincidiendo con la publicación de un 12” titulado “Chill as i flex” un Rasco muy superior al resto del colectivo, decidió emprender su carrera en solitario y el grupo se disolvió para siempre. El single publicado, el cual gozó de buena crítica, mantiene a Rasco en calidad de featuring y no integrante pleno del grupo a pesar de ser un trio en los directos y en las últimas grabaciones.
En esas, Peanut andaba en busca de un Mc potente. Desgraciadamente había perdido a su gran amigo y dupla artística Charizma, que fue asesinado en 1993, por lo que estaba buscando un maestro de ceremonias que supliera ese hueco. Rasco sería el MC elegido para abanderar el nuevo sello en ciernes, que se materializaría en 1996.
Rasco solo era conocido en una reducida escena under de la Bahía, por lo que había que ponerlo en órbita con un single, ver la repercusión y pensar en un Lp si la cosa iba bien. Fue en 1997 cuando deciden liberar un single adelanto al álbum llamado “The Unassisted”, y vaya si lo pusieron en órbita. Con una producción pesada de un blancata muy negro llamado Fanatik, el single ruló por todo el país creando bastante expectación hacia su larga duración. El tema era pura competición y sonaba ciertamente creíble, con una voz de esas que te llegan a lo más profundo del cerebro para mover el cuello mientras entre dientes dices…”joder, sí, joder sí…y lo hace sin ayuda el hijoputa…”
Todo estaba a punto para el debut de Rasco y no venía solo. PBW corrió con la producción ejecutiva y gran parte del sonido del disco, pero decidió contar con gente muy diversa. Desde veteranos a jóvenes promesas, un cóctel muy genuino y muy autóctono de la bahía y alrededores.
La figura que más me llama la atención es Kutmasta Kurt, un tipo muy bizarro, por no llamarlo raro de cojones. Un tipo que se hace llamar redneck producer, y que más tarde editó un disco titulado «Redneck games» (2004 · Threshold Recordings). Un tipo que estuvo detrás del extrañísimo proyecto de Kool Keith (y joya del under experimental) Dr. Octagon y que aporta dos instrumentales increíbles a este disco, de las más pesadas y hardcore, en los temas «Me and my crew» y «Take it back home».
Este último track se convirtió en tercer single y segundo videoclip junto al desconocido Mc hasta la fecha Planet Asia, Mc con el que acabaría aliándose en tres discos en un proyecto conocido como Cali Agents. También natural de la Bahía (Fresno) Planet Asia fue otro de esos tipos salidos de las jams de freestyle que se ha encargado de representar la zona con grandes trabajos donde destacaría el disco “Pain Language” (2008) con Dj Muggs.
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Otro de los nombres a tener en cuenta en “Time waits for no man” es Evidence, a la postre conocido rapper del grupo Dilated Peoples, que en ese momento solo contaba con dos 12” editados “Third Degree” y “Work the angles”. La Beat Junkies Crew, Dilated Peoples, PBW, e incluso Rasco, frecuentaban los mismos tugurios pequeños de L.A donde se desarrollaba la escena paralela al rap más mainstream, sirviendo de caldo de cultivo para lo que vino luego, la otra cara de L.A: Dilated Peoples, Jurassic 5, Ugly Duckling, Defari….
Evidence firma dos cortes como producer ‘Beats and Pieces‘ y ‘Major League’. este último también con Evidence al micro y Defari. No podía faltar el scratching tan avanzado en aquella zona californiana por exponentes como Dj Babu (también integrante de Dilated Peoples) en el mismo corte.
Encontramos un track producido por Dj Paul Nice, viejo conocido de la noche angelina con más groove en tres tracks. En uno de ellos con título homónimo al disco, encontramos la colaboración vocal de un enigmático rapper que más tarde se daría a conocer en el under llamado Encore. Para saber más de Encore recomiendo encarecidamente el especial que le hace Dj Uve en el canal de LoboLab TV.
Cuando me refería al nexo de Rasco (y todos los nombrados anteriormente de la costa oeste) con el Spoken Word y con el freestyle, me refería a temas como ‘What its all about’ producido por Dj Design. Una demostración de skills encadenando rimas sin parar con conceptos hilvanados unos detrás de otros.
El resto de temas los firma en la producción el capo de Stones Throw, Peanut Butter Wolf, donde destaco por encima de todo ‘Hip Hop Essential’ un corte que me recuerda mucho al Premier que firmaba temas para Jeru o para Afu-Ra, con ese aura oriental que tanto impacto tuvo en el rap de los 90.
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En Europa nos encantó esta propuesta, este disco y esta manera de fluir, que tuvo mejor acogida en Europa que en los propios Estates. De hecho hoy en día Rasco sigue visitando Europa para tocar, incluída España.
Con esto llego a una conclusión tanto con Rasco como con el sello, ¿por qué nos gusta tanto a los europeos las propuestas del sello, mostrando un mayor amor que los propios norteamericanos? Y la respuesta, opinión personal, por supuesto, es que el tipo de rap de Rasco y la manera de hacer de Stones Throw, casa muy bien con la clase media-obrera-blanca-universitaria europea, que son quienes principalmente escuchan rap. Nos es muy difícil empatizar con el gangsta rap, con el dirty south o ni qué decir con el extinto crunk. Aunque escuchemos estos subgéneros e incluso unos pocos se aventuren a imitarlo con dudoso gusto. Es por eso que caló en mi humilde opinión el disco de Rasco, porque es pura competición y skills, y eso sí motiva al europeo medio y no lo escandaliza.
Como apunte final, diré que Rasco es un gran Mc del que creo se esperaba más en este disco, después de su single presentación ‘The Unassited’. Un amigo mío se refirió a Rasco como un Mc del que esperas que suelte un gran punchline increíble, y nunca llega. Quizá ese sea su handicap. Aunque me reafirmo en las líneas anteriores y catalogo este disco como discazo, no ya solo porque lo es, a pesar de sus carencias, sino porque representó una época, una zona, y una manera de hacer rap muy concreta. Y la música ya sabemos que representa mucho más que solo música.
Tras este disco, montó su propio selló Pockets Linted Entertainment, se fue amistosamente de Stones Throw y siguió editando material, pero eso amigos y amigas ya es otra historia.
Texto por Ernest Krone
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