Si conoces a Paul White seguramente hayas llegado a él por unas de estas dos vías: la de su faceta como productor destacado dentro de la escena post-dillaniana o, la que es más probable, la de beatmaker que se está haciendo con un reconocimiento internacional gracias a sus apariciones con, entre otros, Guilty Simpson, Homeboy Sandman, o su colaborador preferido: Danny Brown. Desde que pusiera a volar a los dragones de la mano de One-Handed Music en 2007, Paul White nos ha iluminado con su particular y caleidoscópica visión del rap ya fuera en beattapes gratuitas; álbumes en los que invitaba a rapear a conocidos suyos; remixes de Telemachus o Azymuth; o firmando gran parte de la primera mitad de “Old” de Danny Brown (ficha aquí nuestra review). Eso sí, hasta ahora siempre se cumplía una máxima en su proceso creativo: no separarse prácticamente nunca de su MPC o de su SP, es decir, estructurar su música siempre partiendo de secuenciación de samples. Pues bien, haciendo gala de su condición de músico sin límites, el disco que nos ocupa hoy carece completamente de muestras de otras canciones. Es la primera obra de Paul White íntegramente interpretada con instrumentación real, y ya sabemos que ese salto puede repercutir negativamente en la carrera de un productor. ¿Será éste el caso?
Paul White – Shaker Notes
2014 – R&S Records
Los que no conozcáis a Paul White, puede que necesitéis de repasar alguno de sus trabajos anteriores para haceros a la idea de la personalidad del productor, pero los seguidores es probable que no vayáis a encontrar mucha diferencia en las estructuras, aunque sí en el resultado. En «Shaker Notes» Paul White se sigue mostrando tan imaginativo y polivalente como ha demostrado en trabajos anteriores, pero esta vez se aleje más del rap para explorar otros estilos a priori más orgánicos como el jazz, la música tribal y el rock, siempre desde una perspectiva claramente electrónica en cuanto a estructura y secuenciación. Paul White coge todas sus influencias (a él no le gusta hablar de estilos en la música), las hace pequeños pedazos, y las mete en su particular palo de la lluvia para dar lugar a uno de los trabajos más interesantes del pasado año.
De los once cortes que conforman el disco, en nueve cuenta con colaboradores, pero eso en ningún caso resta cohesión al concepto ya que Paul White compone, canta, toca guitarra eléctrica, bajo, xilófono, teclados, sintetizadores, e incluso la flauta de madera de sus sobrinos, y es responsable de la percusión sampleándola en muchas ocasiones de su batería, sus bongos y djembes, o incluso de su propio cuerpo. A esto hay que añadir que generalmente trata las capas con efectos consiguiendo que, en el caso concreto de las percusiones, sea difícil discernir si empezaron siendo orgánicas o digitales.
A primera oída, puede que el disco no te diga absolutamente nada, pues aparenta ser tan sencillo como el diseño de la portada de Richard Robinson. Quitando dos o tres detalles puntuales como la estructura de Where You Gonna Go? que es la más típica del disco; el sintetizador enfermo de Number Of Change que te arrebata la atención; o la mística transición de Fighting To Dance con Tenderlonious poseído por el alma más espiritual de Coltrane, no hay virtuosismo aparente. No hay arreglos estandarizados de cambio de intensidad, vulgarmente conocidos como subidones, que tengan como objetivo captar tu atención. Tampoco hay melodías excesivamente pegadizas. Los detalles llamativos de “Shaker Notes” suelen ser tan sutiles que para ser percibidos exigen que estés totalmente sumergido en su mantra. Paul White quiere que le escuches, no que le oigas.
A primera escucha, descubres el Paul White que hay detrás de esas líneas rosas de la portada que requieren tu atención, interés, y actividad cerebral para que puedas leer el nombre del artista en ellas. Gran acierto de Richard Robinson. Tras esas líneas, White se muestra natural como el gesto que capta la fotografía de Tom Oldham; natural como el bostezo distorsionado que tras la Intro abre el disco en All We Know; natural como las palmas en Where You Gonna Go? o Sitting Im Circles; o natural como correr bajo la lluvia cuando ésta te asalta en Londres. Es precisamente con Paul White corriendo bajo la lluvia acompañado por la vocalista Jessica Swann, donde encontramos en el tratamiento de las palmas un detalle que refleja una de las características más naturales de Paul White como músico: el dinamismo.
La música de “Shaker Notes” aparenta ser tan estática como una instantánea, pero realmente guarda clara vocación de movimiento como esta instantánea de la portada. Parece que Paul White sólo está agitando su pelo, pero al hacerlo va a desencadenar una serie de movimientos que dan paso a que se agiten después las tramas geométricas de su ropa. Que las flechas se hagan rombos, y estos vuelvan a hacerse flechas; o que las líneas rectas que forman los puntos se agiten con el aire que generan las hojas, para acto seguido comenzar a dibujar líneas curvas. La estrategia de White es que los sonidos te vayan hipnotizando como la voz de Jamie Woon sobre la que se sostiene la totalidad de Where You Gonna Go?, y que después vayan cambiando para causar sensaciones distintas: como los coros que hacen Jitwam Sinha y su hermana Sarah Williams White a Jamie Woon: unas veces clavados, otras a destiempo, y en octavas distintas según el momento. Como el phaser con el que Paul White filtra la caja en momentos puntuales, y el filtro a la percusión al final modulándola de forma extraña. Entras en su hechizco con una secuencia que parece lineal, pero si te sumerges en su hipnosis no paras de ampliar sensaciones, como sucede con las pequeñas variaciones del teclado eléctrico en All We Know, en la que se acompaña de Jitwam Sinha y Wayne Francis a la flauta y el saxofón.
A pesar de esa ausencia de límites en la creación, hay influencias de Paul White claramente reconocibles en “Shaker Notes”, y desde ya pedimos disculpas al señor White por citar estilos hablando de su disco. Como ya hemos dicho el trabajo tiene un claro enfoque electrónico tanto en la composición, como en la secuenciación, como en la post-producción y tratamiento de todos los sonidos que Paul White ha grabado. Esa forma de combinar, sumar, y restar capas con distintos sonidos, encenderlas y apagarlas haciendo que el mantra se module y esté vivo… Como tantos otros productores, Paul White extrae de la electrónica el máximo de su capacidad de comunión, y activa distintas parcelas de tu cuerpo y tu cerebro para luego jugar con ellas.
En sus garbeos por el jazz Paul White contará fundamentalmente con el multinstrumentista, productor y cantante Tenderlonious, aunque en el álbum sólo intervendrá tocando el saxofón. Ubicado en la parte central del disco, tiene algunas apariciones discretas como la de Wait & See, y algunas muy brillantes como en Fighting To Dance, en el que nos dibujan una escena de baile al fuego frente a un tótem, en la que los protagonistas parecen llegar a conectar con Sun-Ra para luego volver a la Madre África. En este corte también se aprecia perfectamente cómo trata de llevar muchas veces la percusión al lado tribal, consiguiendo despertar en el oyente esa sensación de estar con tu comunidad rindiendo culto a un ser superior. Otro de los recursos que usará Paul White para conseguir esa sensación es su voz, cuidando siempre la forma de cantar (pareciendo en ocasiones un susurro) y el tratamiento que da a las voces, doblándolas en distintas notas y tonalidad, cargándolas de reverb… En definitiva buscando crear una atmósfera que cautive al oyente.
Encontramos coqueteos con el blus y el rock en la guitarra de Running On A Rainy Day, o en Sitting In Circles, otra de las composiciones más hipnóticas gracias a un punteo que te atrapa, y en la que Paul White reserva espacio al final para el misticismo gracias a la aparición de su tío James White al violín. Pero sin duda, el caso más concreto es el de Honey Cats (también con la aparición de Tenderlonious) con esa guitarra distorsionada que ocupa los graves, una de las percusiones más rompecuellos del trabajo, él cantando de forma desenfadada, y unos elegantes acompañamientos de guitarra eléctrica y saxofón.
El disco lo cierra Shaker Notes, con la colaboración en la composición y los sintetizadores de un viejo conocido de Paul White, Henry Keen aka The Room Below, que en su día se encargó de remixear el «Rapping With Paul White» un año después de su lanzamiento bajo el nombre «The Room Below Versions». Este último corte podría decirse que recoge casi todos los elementos del disco, con una gran cantidad de capas y arreglos que van a requerir tu atención para ser detectados: percusiones que se suman; teclados que cambian melodías prácticamente de continuo; espacio para el lucimiento de The Room Below; variaciones en las voces; y todo ello mientras el sintetizador principal y el shaker te van meciendo con sutileza. En el cierre de la canción, y por lo tanto del disco, parece que la repetición de patrones casi similares se acaba, para dejar espacio a la libertad. ¿Una declaración de intenciones de cara al futuro?
Respondiendo pues a la pregunta inicial: ¿daña el salto a la instrumentación la carrera de Paul White? Mi respuesta: en absoluto. Era algo que se veía venir si analizabas un poco la evolución de la carrera del productor, y sin duda es algo que va a enriquecer mucho más su música, porque espero no equivocarme al afirmar que no dejará de usar samples ni cacharros en sus composiciones.
Dos cosas antes de cerrar la review. La primera, el disco está masterizado por Noel Summerville, técnico con más de treinta años a la espalda dentro el negocio británico, y responsable en su época del tratamiento de varias ediciones de Sugarhill Records, entre ellas la del célebre “The Message” de Grandmaster Flash & The Furious Five. La segunda, os dejamos con la actuación de Paul White en una Boiler Room de 2013, que aunque ya os la recomendamos en su día, aquí adquiere más sentido ya que podemos escuchar versiones primitivas de algunos de los cortes que componen este “Shaker Notes”. Sigan agitando sus conciencias con la música, es salud.