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Si Tony Montana rapeara: Fat Joe – Jealous One’s Envy

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Fat Joe – Jealous One’s Envy

(1995 – Relativity)

El mundo es un pañuelo y hoy en día ya no hay problemas para cruzar el «charco», aunque sea  virtualmente. Desde que en 1980, Tony Montana decidió cruzar la frontera durante el éxodo de Mariel, su imagen nos llegó para enseñarnos la otra faceta del sueño americano. Ese con el que sueñan los inmigrantes cuando tocan tierra en el país de las oportunidades.

¿Pero, qué es el sueño americano para ellos?

El sueño americano es el «Dollar dollar bill«, es hacer dinero y beber Moët, por eso Fat Joe, nacido en el Sur del Bronx pero de descendencia puertorriqueña y cubana, desde el primer día tomó la decisión de seguir una vida de crimen, (Me I chose the life of crime since day one/13 years old, already trying to cop a gun) robando y apaleando desde los catorce, saltándose clases, hasta el punto de que con trece años ya intentaba poseer un arma. Habían pasado sólo casi cinco años desde la llegada de Scarface a tierras americanas. Este camino fue su elección, pero también pudo ser consecuencia de todo lo que implica la dificultad de ser parte de los que crecieron sin una cuchara de plata, de ser el más pobre de entre todos los colegas. Con este tipo de vida, sólo se multiplicaban más sus ganas de robar, sin importar el qué o a quién, un viejo, una chaqueta de cuero o la cadena de tu primo. Aún así, Joey únicamente cumplió condenas menores, nunca más allá porque el tío Dan le ayudaba (I make one phone call and be out right quick/ Cause Uncle Dan had my back).

Joey Crack era perfectamente consciente de que cuando el dinero llega a tus manos y estás preparado para manejarlo a tu antojo, tus ansias de poder se disparan porque, entre otras cosas, sabes que cuando logres obtenerlo, las mujeres caerán rendidas ante ti (Hustle is the key to succes/ money is the key to sex). Por todo esto y más, Joey trabajó duro, luchando sin parar por aquello que le pertenecía ya que, no basta con desear el éxito, se debe tener claro que la clave reside en ir labrándose el camino día a día, una y otra vez, como un círculo vicioso. Si Antonio Montana cobraba cinco mil en un soleado día en la playa de Miami, Fat Joe, en los días lluviosos del Bronx, conseguía ganarse el respeto hasta el punto de pagar dieciséis por el kilo.

Jose Cartagena y Antonio Montana tenían muchas cosas en común, ambos soñaban obtener todo aquello que solamente el dinero es capaz de darte cuando provienes de sitios donde ni puedes, ni te permiten prosperar, donde te cortan las alas y te atan los pies, donde te roban la libertad.

Ambos sentían el peso del racismo, de la pobreza, de la violencia, tenían que sobrellevar esa maldición cargando a la vez con todo lo demás: permanecer pendientes de sus asuntos y de mantenerlos fuera del alcance de los oídos de los “chivatos”, engañados por promesas de políticos, fuera Jimmy Carter o Giuliani.

Quizás fue por eso que en 1995, cada disco que veía la luz en la costa este, era como si estuviera tocado por alguna fuerza mágica o sobrenatural. La calidad se palpaba en las calles y estas volvían a ser rap, por lo tanto cada artista que se presentaba, sólo se acercaba si venía a dar lo máximo para ser mejor que el anterior, por eso pregunto ¿Es el «Jealous One’s Envy» el súmmum de Joey?

Consciente del nivel, Fat Joe, venía dispuesto a adueñarse de un mundo que le correspondía, codeándose con Diamond D a la producción, como también con toda la Terror Squad.

 El «Al Capone de hoy en día» al ser considerado uno de los hijos pródigos de la Zulu Nation se convirtió al instante en una de las mayores perlas del underground de la Boogie Down, mostrando con orgullo su ciudad, su cuna. (Which borough/ Is the thorough)

Esta historia del Bronx tenía como propósito conectar a Don Cartagena con Fat Joe, su oda personal al rap, mostrando su dedicación y su respeto por todos aquellos que posibilitaron que el camino se construyera piedra a piedra hasta llegar al nivel existente en esos años. Cuando hablamos de nivel en rap, no podemos dejar de hablar de «Shaolin», sabiéndolo, Joey contó con el Chef cocinando un estribillo para dejar claro que Wu Tang es para siempre, aunque la Gran Manzana se estuviera pudriendo y como cualquier manzana cuando se pudre, los gusanos se apoderaran de ella.

El Jealous One’s Envy, de la mano de Relativy Records, y con la ayuda de Dj Premier y Domingo estaba en el horno del seno de esta ciudad a fuego lento, sucia y gris. Bajo el yugo de Giullani al que le atribuyen el mérito de reconstruir una Nueva York con barrios reducidos a escombros, pero que nunca combatió el racismo presente durante tantos años en su fuerza policial y que se caracterizaba por apoyar la implantación de la pena de muerte. (That’s why I keeps an alibi/Giuliani want’s to see a brother fry). Lo que hacía que resultara aun más dificil sobrevivir en Nueva York si venías de los suburbios por más que lo ambicionaras. Lo que proporcionó y alentó que la «Parte Dos» en la discografía de Joe alcanzase a ser tan cruda o más que la Primera parte, para ello se rodeó de los mejores de su entorno e hizo magia, juntamente con su manera de contar las historias tal cual, fiel a lo ocurrido (For every shell that fell/That’s a story to tell) asistido por L.E.S a los mandos, que un año antes ya había tenido el honor de estar presente y ser pieza importante en el «Illmatic» y también, en 1995, en «Doe or Die» de AZ.

 Y si Nas en el ’94 nos preguntaba, ¿de quién es este mundo?, Don Cartagena lo intuía sin necesidad de verlo escrito en un dirigible.

Acumulando, como Tony, pero conociendo la historia de tantos que perdieron la cabeza al tocar los millones soñados, Joey mantuvo los pies bien pegados al suelo y precisamente, con el dinero del rap, montó varios negocios, de los que se destaca principalmente una tienda de ropa en su ciudad natal conocida como Fat Joe’s Halftime con el propósito de elevar a los suyos tal y como él explica:

«Tengo una mentalidad diferente y crecí en esto y siempre que voy a una tienda veo a latinos y negros trabajar pero sin faltar al respeto, miras a la caja registradora y hay un coreano o un judio…»

Si en el ’95 tienes a Biz Markie de cajero significa que lo estás haciendo bien.

A pesar de que la guerra entre costas seguía aún en carne viva gracias a gente que no cesaba de echarle sal a esa herida que amenazaba con no curarse, Joey respetaba a todos los que se lo merecían, a sabiendas que no vivia en Cali, y viendo que la lealtad brillaba por su ausencia, cuando la lealtad lo es todo para sobrevivir y durar en este negocio porque, sin ella, te sometías al riesgo de morir de un «walk-by» en la discoteca, «them backstabbers, them backstabbers».

A partir de entonces, decidió que en su vida sólo se rodearía de hombres leales y crecidos a los que tendría comiendo en la mesa, porque o traes algo para comer, o te quitarán el apetito dándote de comer plomo.

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El rey de Nueva York era libre y salvaje como un tigre, aventurero como Marlon Brando, con una vida tan repleta que Gillo Pontecorvo sería capaz de hacer una película de ella pero todos llegamos a viejos y aprovechamos nuestro tiempo en ¿deslomarnos para qué?, ¿por comer, beber, follar, esnifar? ¿Por el lujo?

Cuando pasas una vida entera corriendo con razón, y en las cloacas ¿quién diría que no al lujo?

Cuando tienes las «skills» para pagar las cuentas, vas a desear obtener lo que es tuyo. Y lo tuyo es el mundo, con todo lo que hay en él. Nunca es tarde para cogerlo, aunque te lleve más de 10 años, para Don Cartagena la época de viajar en taxi ya era pasado, solamente rulaba en Lexus y Versace, quién diria que casi 20 años después le daríamos la razón, pero Cartagena sabía que el dinero no da la felicidad, al menos no toda, por eso quién es amado por las minorias y odiado por la mayoría inconscientemente carga a sus hombros con el peso de la responsibilidad, de mantenerlo real por sus cercanos y por sus no tan cercanos, desde la Avenida Trinity hasta la Avenida Brook (Things are done different, In my zip code). Por eso, por muchos MC’s que existan, pocos pueden joder con Fat Joe, ni la policía (Nobody’s bad as me/no cops nabbin me). Porque por mucho que odien, que hablen mierda a sus espaldas, aunque lo desees del fondo de tu corazón, nunca podrás enfrentar una Mac-11 contra una 22, ni que el gordo cante.

Pasados los años desde que representaba con «Flow Joe», desde que los guettos de Forrest se conocían como Godsville, al tanto de que nadie muere de viejo sino a manos de alguien, el Fat Man aprovechaba para encontrar una salida mientras vivía el sueño que tantas vidas había costado llegando a juntar a 60.000 soldados listos para la guerra. 60.000 soldados duros. Ese sueño que le obligaba a estar atento, listo para todo, todos los días. Ese sueño que mantenía a los envidiosos envidiando. Soñando C.R.E.A.M, esquivando a Giuliani, ¿pero qué sueño era ese?

 ¿El sueño americano?¿Y qué es el sueño americano?

El sueño americano es pensar, al menos, que hay alguien peor que tu al que puedas apuntar el dedo, el malo, ese es el verdadero sueño americano, sea el malo Fat Joe o Tony Montana, todos necesitan un anti-héroe para dormir tranquilos por las noches.

¿Qué le ayuda a dormir por las noches al anti-héroe?

Esos cobardes que sabéis como esconderos, mentirosos, decid buenas noches al malo.

 «Say hello to my little friend»

 

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Texto por ShowMeWrongHH.

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