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Danny Brown – Old

Cover

Danny Brown – Old

Fool’s Gold, 2013

Si tu disco te lo publica Fool’s Gold, seguro habrá hype. No por casualidad, la mente maestra tras la discográfica, pertenece al mismo notas que puso a todo fan de los 40 principales a cantar eso de, nanananaa, Barbara Streisand. Como no somos de piedra, fuimos un poco víctima de esa enfermedad moderna que nos obliga a querer matar a nuestras madres por tener antes que nadie algo, no importa el qué, pero déjame ya ver ese capítulo final de una temporada de una serie que me dejará indiferente al acabar, o te arriesgas a que haya suicidios en masa. Traducido: da igual que fueses, o no, fan de Danny Brown. Todos teníamos ganas de escuchar «Old” (Fool’s Gold, 2013).

Aunque no leas Pitchfork, y no pienses que “XXX” cambió el rap contemporáneo –no, no lo ha hecho, ¿vale?- nos apetecía sumergirnos en este LP. Nos lo vendieron bien, con entrevistas por aquí, teasers por allá, vídeadelantos… Y la verdad es que no había tampoco excesivos motivos. Por ejemplo, Dip, tampoco es que nos apasionase… pero ahí estuvimos, atentos a que se lanzase “Old” y descubrir de una vez, por qué estábamos nerviosos sin razón aparente.

¿Estaba justificado? Eso lo deberá responder cada uno. Lo cierto es que el que firma esta crítica –en realidad deberíamos decir, el que dicta esta crítica a un becario desde el jacuzzi- ha quedado satisfecho con el resultado final. Tras varias, profundas y atentas escuchas, se puede decir que “Old” es un gran disco, con luces y sombras, pero gran disco.

La música es como la vida –si nos ponemos, la música es vida-. Y en la vida a nadie le gusta la gente terriblemente perfecta. Nos gusta la gente con un diente roto, cuando este diente roto es fruto de una personalidad repleta de anécdotas divertidas. Nos gusta la gente con peinados raros, pero no raros de tronista de reallity de Telecinco. Nos gustan las canciones aburridas o directamente malas entre dos temazos, porque hacen que estos brillen más y los bailemos con más ganas. Nos gusta no saber qué esperar. Todo esto, es Danny Brown y “Old”.

La figura de Danny Brown es dicotómica. Ahora mismo, es la cara visible de la vertiente hipster de la generación M. La generación M es la formada por todos esos jóvenes y no tan jóvenes, que hartos de la situación actual, en vez de tirarse a galopar y acabar suicidándose, se drogan con Molly, lo dicen abiertamente y así pasan las tardes, o quizás las noches. El Molly es democrático, más aún que la cocaína, porque lo consumen tanto modernos como macarras, y hacer apología de esa droga no está del todo mal visto, cosa que todavía no pasa con la cocaína. Y si la generación X tuvo mucho que ver con el grunge, la generación M tiene mucho que ver con el rap.

Decíamos que es dicotómico, porque lo curioso de todo esto, es que antes de que Danny Brown fuese un icono hipster, llevaba braids y se dejaba ver con G-Unit. Vamos, que o bien es como esa choni reconvertida a moderna, o bien es que hace lo que le viene en gana. Esa segunda opción es la que ha defendido siempre Danny Brown. Tanto, que ya nos advirtió antes de lanzarse “Old”, que su disco iba a ser un poco yo-lo-valgo. Y en efecto, no mentía.

“Old” está estructurado un poco como un vinilo, con sus dos caras. La primera, mucho más clásica en el sentido rap. La segunda, responde a los sonidos que se llevan ahora. Es decir, la cara A es bum bap bum, la cara B es adjaodjaodjoajdowikiwikiwikiwikisrkillexdubstep. En la cara A tenemos a un Danny Brown mucho más personal, que nos muestra sus demonios y sus miedos, reflexiones del pasado y hacia el futuro, y en la cara B tenemos a un Danny Brown que hace estribillos en los que repite la misma palabra varias veces.

Esta absurda simplificación, define muy bien el espíritu de “Old”. Mientras que en su hemisferio más hiphop, tenemos una variedad de sonidos increíblemente rica, una buena sintonía y composición, temáticas más profundas e interesantes y lo más importante, una presencia del mc sin efectos vocales, en la segunda nos encontramos un disco más aburrido. Este aburrimiento es fruto de esa vertiente electrónica, que en este caso seguro habrá a quien le encante y no comparta esta crítica, pero humilde y sinceramente, no logra su objetivo. Es repetitiva, las colaboraciones no aportan lo que nos gustaría y la sintonía general es plana.

La impresión general es que cuando Danny Brown quiso ir de moderno, se acaba haciendo aburrido, y cuando abre sus entrañas, es cuando vemos la personalidad musical realmente interesante. Aunque ya lo hemos insinuado… ¿por qué nos gusta más la cara A?

Las colaboraciones. No es que sea un disco que sobresalga por el nivel de las mismas. Pero Freddie Gibbs y SchoolBoy Q hacen lo suyo. Le dan variedad y color a la primera mitad, cosa que, por ejemplo, A$AP Rocky no consigue. El mismo A$AP Rocky que ha de estar por decreto en tu disco si quieres molar en esto del rap de masas.

El juego que da el Danny Brown high-pitched y el Danny Brown sin efectos. Nos habíamos olvidado, quizás, pero sin adornos, su rap es crudo y directo. Es lo suficientemente atractivo para no necesitar florituras. En la cara A, la presencia de los dos Danny Brown, casi intercalándose, te mantiene pegado a los cascos como si fuese imposible despegarte de ellos. Efecto que comienza a caer en picado a partir de Dope Song (Side B).

El apartado musical. La cara A nos parece coherente y sinérgica. La cara B es mucho más plana, pese a que sus producciones son mucho más eléctricas, más enérgicas, más hiperactivas. Pero es que, que uno de los hemisferios sea más electrónico, no significa obligatoriamente que el otro peque de aburrido.

Aunque quizás, lo más interesante del Side A es, lo no musical. La sinceridad con la que Danny Brown se desnuda en los primeros compases, deja en pelotas –valga la casi redundancia- al “otro” Danny Brown. Ver, u oír, al de Detroit bregar contra demonios de la fama, los del pasado, los familiares o su forma de entenderse como artista. Sí, nos hace muchísimas gracia el Brown más ácido y gamberro, pero el humano es mucho más completo.

 Que nadie se lleve a engaños, “Old” es un gran trabajo. Extenso sin ser pesado, original sin abrumar, con varios de lo que en inglés se ha venido a denominar radio hit pero sin caer en la comercialidad. ¿Ecléctico? Sí, pero tiene su razón de ser, es un trabajo que nace por y para la dualidad y la multitud de voces. ¿Disco del año? Quizás para algunos. ¿Un muy buen disco? Aquí, pese a todo, no hay duda.

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