En 2002, Hamé, miembro de uno de los grupos de filosofía más underground de Francia, La Rumeur, publicaba un artículo cuyo contenido, denunciando comportamientos criminales de la policía, acabó llevándole a los tribunales en un proceso que tuvo la increíble duración de ocho años. Has leído bien, ocho.
Después de la publicación de varios maxis presentando a sus miembros en solitario, en abril de 2002 salía el primer disco del grupo, uno de esos discos que ya forman parte de los essentiels en Francia: “L’ombre sur la mesure”. La Rumeur (y por extensión, todos sus integrantes) es un grupo que siempre defendió una filosofía muy concreta, alejada de éxitos comerciales y de promociones de su música en medios de audiencia masiva. Nunca ha sido especialmente violento ni de comportamientos insultantes, pero las plumas de sus cuatro mc’s siempre han sabido tener un discurso subversivo sin descuidar las formas.
Para acompañar la publicación del disco, días después, salía también el primer número de la revista gratuita La Rumeur Magazine donde Hamé publicó el artículo de la discordia: “Insecurité sous la plume d’un barbare” (Inseguridad en los escritos de un bárbaro). *Barbare es una forma despectiva con la que suelen referirse a los habitantes del extrarradio.
En este artículo Hamé denunciaba como, en los medios de comunicación, nunca se trataban temas que reflejaran la fuerte discriminación que sufre la población de las banlieues, ahogada por las medidas sociales y económicas tomadas por el gobierno, algunas incluso racistas, que provocan una degradación, cada vez mayor, en una situación de por sí muy frágil. Esto desemboca en la lógica autodestrucción de su población que, conducida por la desesperación, se agarra a vías como la drogadicción, el alcoholismo o el suicidio, al perder toda esperanza de un futuro digno. Hacía hincapié, también, en el interés que el estado demuestra en su cruzada por criminalizarles y así poder instalar instrumentos de control y represión en el seno de sus barrios. Pero esta no era una historia nueva, Hamé recuerda la lucha de sus padres y abuelos en los años 60 y 70.
A pesar de que, a lo largo del artículo, tira un dardo tras otro hacia la política del país, hubo unas declaraciones concretas en el texto de Hamé que levantaron grandes protestas en el cuerpo policial, que ejerció presión hasta conseguir que el chico fuera acusado por Sarkozy, entonces Ministro del Interior, por difamación pública a la policía nacional. Esto metía a La Rumeur en una posición muy particular, ya que no se les estaba atacando por su música –como había ocurrido antes con otros grupos como Ministère Amer– sino por la pluma incisiva de uno de sus miembros en prensa. La denuncia se basaba en las siguientes tres frases extraídas del texto de Hamé en las que denunciaba las barbaries cometidas por los azules:
“Los informes del Ministerio del Interior nunca hablarán de los cientos de nuestros hermanos asesinados por la policía sin que ninguno de los asesinos haya sido investigado.”
“La realidad es que vivir hoy en día en nuestros barrios es tener todas las papeletas de vivir situaciones de abandono económico, de fragilidad psicológica, de discriminación en la contratación, de precariedad en la vivienda, de humillaciones policiales regulares”
“La justicia para los menores asesinados por la policía desaparece bajo el slogan mediático: ¡No toques a mi colega!»
El proceso en primera instancia se iniciaba en noviembre de 2004. Fue un juicio que duró unas cinco horas y estuvo marcado por la ausencia de abogados por parte de la acusación. Esta ausencia fue consecuencia de un cambio de ministro del Interior entre la fecha de la denuncia y el inicio del juicio: de Sarkozy a Villepin, que no compartía demasiado las ideas de Nicolás y al parecer se desentendió un poco del caso, tanto que la representante de la acusación llegó a parecer, en ocasiones, una abogada más de la defensa.
El abogado de Hamé, Dominique Tricaud, no centró el discurso en la libertad de prensa -como se podía esperar- sino que su defensa se focalizó, muy acertadamente, en demostrar la existencia de los crímenes policiales del pasado. Para ello citaron a historiadores, sociólogos, profesores, incluso policías, que fueron dando distintos testimonios durante dos horas. Todos fueron compartiendo y constatando la realidad denunciada. El mismo Ekoué (otro miembro de La Rumeur) compareció también en representación de todo el grupo, para mostrar el apoyo a sus palabras. Y es que Hamé no había hablado por hablar, él siempre defendió el contenido de su texto porque creía firmemente en ello, tenía la razón y el sentido común de su lado, sólo tenía que demostrarlo. No son sus palabras las que deshonran a la policía, es la policía la que se deshonra ella solita. A partir del juicio por lo menos consiguió abrir un debate acerca de este tema tabú.
“No puedes decir que la policía humilla, que agrede, que se sale de la legalidad y ultrapasa sus derechos y que, cuando lo hace, está totalmente cubierta. Esto no lo puedes decir y es este debate el que nos gustaría remover.”
Destacaron algunos testimonios: El más impresionante fue el de Erik Blondin, fundador de un sindicato de la Policía Nacional, quien había escrito un libro: “Journal d’un gardien de la paix” (Diario de un guardián de la paz) donde denunciaba comportamientos inaceptables de compañeros de profesión y pedía que se reconocieran algunos crímenes cometidos por ellos. Sus palabras fueron muy importantes en el juicio dando credibilidad a las de Hamé desde el mismo seno de la policía.
Pierre Tévanian, un profesor, hablaba también de la certeza de las palabras relacionadas con las precariedades que suelen vivir los jóvenes de las banlieues, y citaba un extracto de uno de sus libros “Le ministère de la peur” (El ministerio del miedo), un libro escrito a partir de los testimonios que sus alumnos le habían explicado acerca de la precariedad social que viven en los barrios y las habituales humillaciones a las que la policía les somete:
“Los asesinos de policías se pudren en las prisiones mientras que es rarísimo que los autores de las barbaries policiales pasen un sólo día entre rejas.”
Gracias a todos ellos se demostró que Hamé no mantenía una tesis marginal. Así, en diciembre de 2004, fue absuelto. ¿Las razones? Su derecho a la libertad de expresión y reconocimiento de que sus palabras no eran infundadas. Además, el tribunal estimó que las críticas formuladas contra la policía eran generales y por lo tanto no había hechos precisos imputables a una persona concreta, así que no podía hablarse de difamación.
“Yo no me levanté un día pensando… venga, voy a joder a la poli, no son mis palabras las que humillan a la policía, es toda la mierda y los cadáveres que tienen en sus armarios.”
Pero esto sólo acababa de empezar, en 2005 el Ministerio de Interior recurrió el veredicto y en mayo de 2006, Hamé comparecía de nuevo, esta vez ante el Tribunal de Apelación.
Aprovechando los disturbios ocurridos en París en noviembre de 2005 la acusación se refería a las palabras imputadas como una clara incitación a la radicalización de los jóvenes contra la policía, así la jueza aprovechó para lanzar dardos a Hamé insinuando la relación entre los comportamientos agresivos y su música.
¿Los jóvenes que lean su artículo, qué van a pensar de la policía? Las letras de sus canciones ¿siguen también ese tono?
Cuando cantamos un tema delante de 500 personas, existen 500 temas porque cada uno se queda con lo que quiere. Mis letras o mi artículo no son generadores de violencia. La violencia existe.
Nada nuevo durante este juicio, ninguna aportación nueva por parte de la acusación y esta vez sólo dos testimonios por parte de la defensa: nuevamente el de Ekoué para reafirmarse en los ataques del estado contra los músicos, especialmente los grupos de rap (anteriormente ya hemos hablado de algunos), y el del sociólogo Fabien Jobard para volver a corroborar lo dicho en primera instancia: opacidad y secreto en torno a los casos de brutalidad policial.
Las palabras de Hamé no fueron gratuitas, se pronunciaron bajo un verdadero análisis de hechos objetivos. De hecho en un momento determinado la juez lanzó esta pregunta: «¿Podría darme ejemplos de personas asesinadas por la policía?» Tras un pequeño silencio en la sala, el miembro de La Rumeur enumeró, sin titubear, una veintena de nombres sacándolos por un momento del olvido en el que habitaban.
Y como nada nuevo fue aportado en su contra, Hamé fue por segunda vez absuelto. Parecía que, cuatro años después la pesadilla se había acabado, pero sólo era un espejismo. En 2007, ya con Sarkozy como Presidente de la República, el Tribunal de Casación anuló la absolución de Hamé. En junio de 2008 tendría que volver a presentarse ante el juez.
Después de cinco años y dos juicios prácticamente iguales, con unas sensaciones y un veredicto favorable, nadie en el entorno de La Rumeur entendía cómo tenían que volver a lo mismo. Esto ya no pintaba bien y el pesimismo se podía cortar en el ambiente. ¿Qué estaba pasando? Todo olía a podrido, aquél que les puso la primera denuncia era ahora presidente del estado, parece que ya no era un tema de justicia sino de política. Ya no era una cuestión impulsada por los sindicatos de policía, estaba impulsada por el mismísimo Sarkozy. Las sentencias anteriores venían de órganos de poder judicial relativamente independientes, ahora, sin embargo, se había llevado al Tribunal más ligado a las altas instancias del Estado. Esto era realmente serio. Ahora Hamé tenía miedo de verdad. De hecho, declaró en varias entrevistas que creía que acabaría siendo condenado. Ni el curso del proceso ni el clima político le permitían agarrarse a un buen presagio.
La importancia de este proceso era altísima puesto que si conseguía salir impune, se crearía una jurisprudencia histórica. Por eso desde que se conoció la noticia Hamé recibió apoyos desde todos los ámbitos.
Esta vez la defensa fue realmente agresiva dejando prácticamente en ridículo al abogado de la acusación que apenas realizaría preguntas a Hamé, o al menos ninguna nueva, un Hamé de respuestas mucho más incisivas que las veces anteriores.. Una vez más, excelentes testimonios volvieron a ratificar las palabras del artículo, entre ellos el autor de un libro llamado “La policía y la pena de muerte”. Así que, ni seis años ni el mismísimo Sarkozy pudieron evitar que Hamé volviera a ser declarado inocente.
¿Ahora sí podía Hamé respirar tranquilo no? Pues no, increíble pero cierto, en 2010 volvieron a presentar apelación ante el Tribunal de Casación pero esta vez, éste la rechazó estimando que anteriormente ya había concluido que no existía difamación en las palabras referidas.
Ocho largos años de juicios para dictar sentencia sobre algo que todo el mundo sabía. Ocho años de lucha por parte del Estado para intentar callar bocas. Por lo menos Hamé consiguió lo que realmente deseaba: abrir un importante debate sobre la brutalidad policial, sobre la discriminación en los barrios, y lo consiguió mucho más allá de su artículo, mucho más fuertes que un sólo testimonio, quedaron grabadas las intervenciones de todos los testigos que le ayudaron a salir impune en los distintos juicios. Y además durante esos ocho años, ni él ni La Rumeur, dejaron de hacer su música en su tono de siempre.
¿De verdad son ocho años los que se necesitan para dar la razón a un hombre que cuenta una verdad conocida por todos?
“¿Quién hablará por ellos? ¿Quién se acordará de ellos? ¿Quién se acordará de sus rostros?
Yo, yo recuerdo sus caras. Yo les recuerdo.”
Hamé, 2008
Muy buen articulo ! No tenia ni idea de esta historia la verdad. Mucho apoyo para crypta!
Acojonante y a la vez habitual, como quien dice.
Buen artículo, me flipa todo esto.
E-r-e-s u-n-a c-r-a-c-k.!!!!!
Rap conciencia de verdad, directo del ghetto y de la gente que vive esa realidad, sin gilipolleces ni infantilidades.
Tremendo, tremendo, tremendo. De donde sacais todo esto? Tremendos reportajes, por enesima vez.
Flipante!