Una historia con un inicio común en la época. Una historia clave para la historia. El protagonista de primera entrega de “Wade in the Water” es Frederick Douglass, una de las figuras clave en la abolición del esclavismo pese a que es relativamente desconocida en nuestra cultura, algo que, como comprobaremos en futuras entregas, no es un caso excepcional.
Hablamos del hombre nacido en 1818 como Frederick Augustus Washington Bailey, hijo de una esclava llamada Harriet Bailey y, como era frecuente, de un padre blanco: Aaron Anthony. Criado prácticamente por su abuela, tuvo 3 hermanas: Perry, Sarah y Eliza. Su vida fue igual que la de la mayoría de hijos de esclavos. Desde la infancia apenas pudo ver a su madre, que murió cuando él tenía 8 años, lo que provocó que fuese enviado a vivir con Hugh Auld y su mujer Sophia. Al poco tiempo moriría su padre Aaron Anthony.
Para entonces, un joven Douglass ya empieza a mostrar un gran interés en aprender a leer y, gracias a su nueva dueña Sophia, inicia su aprendizaje. Por desgracia para él, su dueño Auld no veía con buenos ojos el hecho de que sus esclavos supieran leer. La lectura podía desecandenar que se volvieran más rebeldes, por lo que al enterarse de que su mujer estaba enseñando a Frederick, detuvo de inmediato las «clases». Ello no hizo que Frederick cesara en su empeño, y deseoso de conocimiento, siguió aprendiendo en secreto todo lo que podía.
Pasaron los años y, cuando Douglass rondaba la veintena, en el congreso americano el Presidente John Quincy Adams se encontraba sumido en sus continuos intentos de avanzar con sus peticiones antiesclavistas, centradas de manera especial en la zona sur de America. De los motivos de Quincy Adams se puede hablar largo y tendido, pero quizás sea mejor dejarlo para otra ocasión; en este caso hablamos de él porque una de sus peticiones llegó a manos de Douglass a través de un periódico, lo cual provocó que éste cayera inmerso en lecturas acerca del movimiento abolicionista, un fenómeno que acababa de descubrir gracias a los progresos que había hecho con sus lecturas.
Dispuesto a unirse a la lucha, consigue hacerse con una copia de un recopilatorio de discursos, redacciones, poemas y otros textos editado por Cabe Bingman: “The Columbian Orator”. El descubrimiento de este volumen influyó en la oratoria de Frederick, y nos introduce de manera clave a la fase de su vida que le convirtió en la gran figura por la que se le conoce actualmente.
Aún bajo el yugo de la esclavitud, su actual dueño decide mandarle con el suegro de Aaron Anthony, Thomas Auld. Allí se encuentra con un gran grupo de esclavos a los que intenta enseñar para que puedan seguir sus pasos, para que puedan hacer algo más que trabajar y pelear. De nuevo se repite la historia, y cuando el dueño descubre sus ideas, las corta de raíz y decide deshacerse de él consiguiendo que Edward Covey, granjero de la zona, alquile sus “servicios”.
Covey era conocido por entonces como un dueño sin escrúpulos. No tenía ningún problema a la hora de excederse con sus esclavos a la mínima señal de rebeldía, y el caso de Douglass no fue ninguna excepción. Pero Frederick, cansado de ser golpeado de manera repetida, decide que es hora de enfrentarse al enemigo con sus mismas armas en lugar de soportar como habían hecho durante tanto tiempo. Tras ello, Covey jamás volvió a ponerle la mano encima.
Por supuesto, acarreó también el fin del alquiler de Covey, y Auld tuvo que buscar un nuevo dueño para Douglass. Lo encontró en otro granjero llamado William Freeland. Con nuevo dueño, Douglass volvió a proponerse la idea de enseñar a sus nuevos compañeros. Sabía que el inicio y el poder del movimiento estaba en conseguir una masa formada de esclavos. Buscaba que aprendiesen a leer como él sabía, que aprendiesen a expresarse, que supiesen cuánto estaba en su poder, y que aprendieran cómo usarlo. Para ello, decidió organizar secretamente reuniones los domingos, donde acudían aquellos otros esclavos que querían aprender de él. Pero no podía detenerse ahí.
Además de enseñar a otros esclavos el camino del aprendizaje, quería ser algo más que un maestro para ellos. Quería ser un líder, alguien a quien pudiesen seguir ciegamente porque era uno de los suyos. Las promesas desde el congreso, al fin y al cabo, estaban tan teñidas y tan cubiertas de intereses ocultos como lo están ahora. La solución en ningún caso podría venir propuesta por aquel que creó el problema en un primer momento. Para ello, planeó su huida. No se puede luchar contra la esclavitud desde dentro, había que conseguir una posición importante para que su palabra fuese tomada en consideración, y así lo planeó.
Desgraciadamente, su plan de huida no salió tan bien como él deseaba y fue capturado, por lo que le enviaron a la cárcel. Tras salir, volvió con sus dueños Hugh y Sophia Auld. Fue empleado como calafateador, un empleo consistente en la aplicación de brea entre las juntas de los barcos de la época. Allí coincidió con otros esclavos inquietos y tuvo tiempo para continuar su aprendizaje, lo que utilizó para, finalmente, escapar de la esclavitud un par de años después.
Una vez libre, no pierde tiempo y se une a la “East Baltimore Mental Improvement Society”, un club de debate para hombres negros libres, y allí conoce a alguien que será de relevante importancia tanto en esta historia como en la vida del propio Frederick, Anna Murray, una ama de llaves. Pero Frederick no puede considerarse un hombre libre hasta que cambie su apellido. Para conseguirlo, se pone en contacto con un marinero negro que le presta los papeles para embarcar y que pueda viajar a Nueva York. Allí sustituye su apellido por Johnson.
Pocos días después, el 15 de Septiembre de 1838, se casa con Anna Murray y juntos se mudan a New Bedford, en Massachusetts, donde Frederick consigue diversos trabajos manuales. Ambos permanecen con los proveedores Nathan y Mary Johnson, los cuales proponen a Frederick que cambie su apellido por Douglas debido a un poema de Sir Walter Scott llamado “The lady of the lake”. Frederick acepta, pero añade una “s” al final, dejando su nombre final como Frederick Douglass.
The wild rose, eglantine, and broom
Wasted around their rich perfume;
The birch-trees wept in fragrant balm;
The aspens slept beneath the calm;
The silver light, with quivering glance,
Played on the water’s still expanse,–
Wild were the heart whose passion’s sway
Could rage beneath the sober ray!
He felt its calm, that warrior guest,
While thus he communed with his breast:–
‘Why is it, at each turn I trace
Some memory of that exiled race?
Can I not mountain maiden spy,
But she must bear the Douglas eye?
Can I not view a Highland brand,
But it must match the Douglas hand?
Can I not frame a fevered dream,
But still the Douglas is the theme?
I’ll dream no more,– by manly mind
Not even in sleep is will resigned.
My midnight orisons said o’er,
I’ll turn to rest, and dream no more.’
His midnight orisons he told,
A prayer with every bead of gold,
Consigned to heaven his cares and woes,
And sunk in undisturbed repose,
Until the heath-cock shrilly crew,
And morning dawned on Benvenue.
– Verso 35 del Canto I de “Lady of the Lake”, titulado The Chase (El Caso) –
Cansado de ir rotando de trabajo en trabajo, intenta volver al empleo de calafateador, pero los que serían sus compañeros blancos amenazan con abandonar sus puestos si contratan al recientemente renombrado Douglass. Probablemente, gracias a que en el entorno ya se hablaba de él como alguien inconformista que daría problemas a aquellos que deseasen mantener su status superior de raza blanca.
Conseguiría poco después una oportunidad que llevaba preparando durante su juventud: dar un discurso en una reunión de antiesclavistas, en Massachusetts. Lo que más motivaba a Douglass era la presencia de aquel de quién había aprendido más sobre la materia, Lloyd Garrison, quién tomaba el relevo tras el gran discurso de nuestro protagonista. Impresionados, contratan a Douglass como “speaker”, lo que le ayuda a entablar una fuerte relación de pensamientos con Garrison. En esta época nace su tercer hijo, al que dio su mismo nombre, Frederick. Pero todo avanzaba demasiado bien para Douglass, demasiados pocos problemas encontraba últimamente en su andadura. Su suerte cambió cuando en una de las reuniones antiesclavistas fue apaleado por un grupo, lo que le provocó lesiones en la mano de las que nunca terminó de recuperarse.
En 1845 publica su propio libro, al que titula “Narrative of the Life of Frederick Douglass”. En él desvela detalles que podrían llevar a su encarcelamiento de nuevo, debido a lo explícito de su historia de huida del esclavismo y a que ésta podría servir de manual para otros en su situación. Pero el hambre y la ambición de Douglass y Garrison parecían no tener fin. Comenzaron un viaje por New England y por Irlanda, donde consiguieron que varios amigos ingleses juntasen el dinero necesario para la liberación final de Douglass. La cantidad que recibió Hugh Auld a cambio de la liberación fueron 711,66$.
Con el dinero que recaudó en el viaje también consiguió hacerse con una pequeña imprenta donde en 1847 publicó copias de un nuevo semanario abolicionista al que llamó “North Star”. También asistía de manera continua a convenciones por los derechos de las mujeres. Su propia hija Rosetta era afectada por todos estos problemas, pero tocó fondo cuando le sugirieron abandonar su escuela de Rochester, lo que provocó que Douglass se enfrascase en una nueva lucha contra la segregación racial: la existente en las escuelas.
Entonces se producen varios hechos importantes para el movimiento antiesclavista de Douglass. En primer lugar, decide fusionar su publicación, el “North Star” con el “Liberty Party Paper”, de Gerrit Smith, para pasar a formar el “Frederick Douglass’ Paper. Esto quizás no hubiese sido tan importante de no ser porque él y Smith acordaron el hecho de considerar a la Constitución como texto antiesclavista, algo completamente contrario a lo que había mantenido en épocas anteriores apoyado por Garrison, lo que produjo un distanciamiento entre éste y Frederick. En 1855 publica su segunda biografía, titulada “My bondage and my freedom”. Poco más tarde encontramos un caso judicial que revolucionó el país: el caso de Dred Scott, en el cual la Corte Suprema declaró que “los afroamericanos no son ciudadanos de los Estados Unidos de América, por lo que el Congreso no tiene autoridad para restringir la esclavitud en el territorio nacional”.
Tras ello, hubo diversos intentos de revoluciones, ataques y motines contra el gobierno. Probablemente el más famoso y el que más se relaciona con Douglass fue el comandado por John Brown. Su ataque fue cancelado debido a la captura y ahorcamiento del propio Brown. Además de ello, encontraron con él una carta de Douglass, lo que provocó que éste tuviese que huir temporalmente a Canadá para evitar las acusaciones de relación con el plan.
No volvería a los Estados Unidos hasta unos años más tarde, poco antes de que Abraham Lincoln fuese elegido presidente. Meses más tarde empezaría la Guerra Civil, que terminaría con la abolición del esclavismo en el Congreso de Washington D.C, pero aún no se podía cantar justicia plenamente pues la Proclamación de la Emancipación de Lincoln consistía en el cese de la esclavitud en aquellos estados que estuviesen en rebelión.
Poco después, Frederick se convierte en reclutador para la Infantería de Massachusetts número 54, conocida por ser el primer regimiento de soldados afroamericanos, entre los que también estaban sus hijos Lewis, Charles y Frederick. Se estima que el número de soldados llegó a alcanzar los 180.000 hombres. Frederick luchó por dar a sus soldados el trato igualitario que merecían, por lo que se reunió varias veces con el Presidente Lincoln para tratar el salario de los mismos. Otro de los temas de los que habla en sus reuniones con el Presidente, es la posibilidad de que la Guerra no sea una victoria total de la Unión, en cuyo caso, Lincoln pedía a Douglass ayuda para poder “evacuar” a los esclavos hacia el Norte.
Desafortunadamente para el avance de estos planes, Abraham Lincoln es asesinado un año después, en 1865. Sin embargo, ese mismo año se ratifica la Decimotercera Enmienda de la Constitución, la misma en la que se habían conseguido los avances contra la esclavitud. Los avances no cesan ahí ya que la lucha no se podía parar únicamente con el hecho de no ser esclavos. Se buscaba la completa igualdad, no un mero permiso para convivir. Con ello, en 1870 se consigue la igualdad de voto, sin importar color de piel, sexo o cualquier condición previa de esclavitud.
La “Equal Rights Party” propone a Douglass como Vicepresidente de los Estados Unidos por medio de su portavoz Victoria Woodhull, al mismo tiempo que Douglass y su familia marchan a Washington D.C. debido a un incendio en su casa del que no se supieron las causas. Douglass continúa su escala en cuanto a cargos de importancia se refiere, y es nombrado marshal del distrito de Columbia por el Presidente Rutherford Hayes. Finalmente, en 1881 publica su tercera y definitiva autobiografía; “The Life and Times of Frederick Douglass”.
Con la llegada del siguiente presidente, Garfield, Douglass pierde su puesto como marshal para pasar a ser contratista (con una importante remuneración) bajo el mandato de un amigo del Presidente.
En 1882, Anna, la mujer de Frederick, muere debido a una parada cardiorrespiratoria fulminante. La muerte de anna sume a Douglass en una profunda depresión. Un par de años más tarde, Douglass se casa con la que era su antigua secretaria, Helen Pitts; una mujer blanca. Este hecho produjo opiniones divididas en su entorno cercano.
Frederick es nombrado cónsul residente de los Estados Unidos en Haití en 1889, pero acaba perjudicando a quién le paga denegando una petición de usar los puertos haitianos para repostar barcos norteamericanos. Así pues, Douglass abandona su cargo y se convierte en ministro en Haití en la primera década. Desde entonces, continua con sus labores de discursos y charlas hasta 1895, cuando da una charla en Washington D.C. en el “Nacional Council of Women” y muere súbitamente al acabar mientras relata a su esposa la experiencia.
En definitiva, Douglass fue un luchador, un aprendiz y un estudiante. Douglass sabía que la clave para conseguir la abolición de la esclavitud no estaba solo en las armas, sino también en los libros, ambas eran necesarias y ambas estuvieron bajo su mando.
Para terminar, recomendar encarecidamente la lectura de fragmentos de sus autobiografías para hacerse una idea del dominio que llegó a alcanzar de la retórica y de cómo conseguía mantener a una población deprimida y aplastada en ascuas, de pie y lista para luchar cuando fuese necesario.
«Each one teach one.»