Desde hace unas semanas estoy hasta las narices de encontrarme con Kanye West por todas partes. De hecho, no voy a utilizar esas dos palabras en el resto de este artículo. El hecho es que Yeezy ha presentado su séptimo álbum en solitario y su tercera colección para Adidas y, como viene siendo habitual, casi todo el mundo siente una necesidad imperiosa de posicionarse, en especial si nuestro personaje no le cae en gracia. Del mismo modo, aprovecho para aclarar mi opinión en el principio de este artículo y no tener a nadie engañado: cuanto más odio recibe, mejor me cae. Por cada «egocéntrico» (o adjetivo por el estilo) que leo antepuesto al nombre propio del artista, más ganas tengo de que Mark Zuckerberg ponga una Yeezy Store delante de la casa del blogger de turno.
En 2016 estamos hipercomunicados. En cada momento necesitamos compartir nuestra situación con el resto de «amigos», o con Google o la CIA si los primeros no nos hacen mucho caso. De esta manera, hemos perdido la capacidad de ignorar y permanecer al margen. Queridos amigos que tan cansados estáis del loco Ye: si todos a los que os cae mal dejarais de hablar, habría la mitad de contenido sobre él y todos viviríamos mucho más tranquilos. Se nos olvida que hablar mal de alguien implica darle poder. Así que no hagáis como yo, no escribáis más.
Un rasgo en común de esta marea de opiniones es que son en su mayoría injustificadas, basadas en la lectura de titulares o tuits sacados de contexto. Me parece preocupante que un «periodista» no sepa distinguir entre tener una deuda y estar en bancarrota. Por otra parte, que me expliquen a mí qué hay de malo en endeudarse para perseguir tus metas, más aún cuando tienes el caudal personal suficiente para poder hacer frente a esa deuda en caso de que todo falle. En cualquier caso, supongo que tampoco es algo de lo que extrañarse, nos pasa igual con todo: somos rápidos para observar la mierda en casa del vecino, pero nos olvidamos de la nuestra.
También es importante notar que, en la mayoría de las conversaciones sobre el artista, de lo que menos se habla es de arte. Es muy fácil perder la perspectiva del impacto real de Yeezus desde la posición del blogger medio, blanco y español y pensar que nuestro mundo sería mejor sin él y sus bravuconadas. Al menos yo sí considero más que deseable la existencia de un artista negro que esté entre los 10 músicos con más Grammys que además sea uno de los más innovadores músicos contemporáneos de su categoría y probablemente el que más haya empujado las barreras creativas del hip hop (y la música pop en general) en la última década, y no solo a nivel musical (lo de tener a toda tu crew en el escenario y hacer playback ya cansa). Un creador que ha manifestado sus deseos de desarrollarse como artista de forma global y, junto a otros creativos de gran nivel en sus respectivas especialidades, de realizar proyectos destinados al bien común y no al beneficio económico del artista (¿alguien ha oído hablar de DONDA?).
Soy consciente de que es más fácil fijarse en sus salidas de tono, porque yo también fui un individuo desinformado para el cual Yeezy no era más que un rapper que había hecho un par de canciones que me gustaban pero cuyo inmenso ego lo convertía en un payaso de categoría. En mi caso, fue a partir de Yeezus (el álbum) cuando empecé a tomarme el tiempo suficiente para investigarlo y comenzar a vislumbrar sus ideas. Cuando entendí sus motivaciones, su lado polémico perdió peso. Ahora, haciendo balance, sé que sin duda he sacado muchas más cosas positivas de Ye que negativas, a pesar que de vez en cuando no tenga ni idea de qué se le pasa por la cabeza. Supongo que no tiene sentido tratar de entender a un personaje público de esa envergadura: por mucho que creamos conocerlos, no son más que desconocidos, actores representando un papel, y más nos vale olvidarnos de ellos si queremos seguir apreciando su arte. Es imposible saber qué forma parte de ellos y qué de su imagen mediática. Y, aun así, ¿qué necesidad hay de justificar todo lo que nuestros ídolos hacen?
Pero la verdadera noticia es que «The Life Of Pablo» (2016 – GOOD/Def Jam) ha salido a la luz. Un disco que representa la esencia de la cultura occidental en 2016: publicado de modo casi improvisado, con cambios continuos que lo convierten en una eterna beta, creado gracias al trabajo colectivo, comentado en tiempo real por su protagonista. A muchos les ha faltado tiempo para afirmar que por ello el disco es inferior a su producción previa, y otros incluso han querido aventurar el fin del artista causado por sus propios delirios psicóticos. Quizá estemos todos delirando a causa tanta opinión no solicitada. Confieso que últimamente me he sentido aturdido entre tanto juicio de valor, volvemos a esa necesidad visceral de opinar y etiquetar. Incluso al escribir este artículo me encuentro mareado y con ganas de terminar y echarme a dormir… my bad, últimamente soy incapaz de decir que no a las propuestas.
En fin, ¿qué puedo decir de «TLOP»? A pesar de todo, sigue siendo un disco de música que podemos disfrutar. Mi consejo sería escucharlo y olvidarse por un momento de la opinión pública. Pero, en caso de que no puedas evitar saber mi opinión personal y nada objetiva sobre el disco, aquí va: El álbum me ha gustado mucho. No podría compararlo con los discos anteriores de Ye, porque no sé ni cómo hacer eso ni le veo el sentido. «TLOP» continúa la producción a modo de collage de Yeezus, con más de 50 invitados, pero con un nuevo aumento de la presencia de muestras de música negra, no tan predominantes en Yeezus. No deja de ser un disco de inspiración gospel, más soulful y menos industrial. El disco contiene todos los registros que Yeezy ha dado durante estos años, una muestra de que el artista es más consciente que nadie de su imagen pública. No necesita que le digan que tiene problemas de ego.
Lo que más valoro del disco es su lado espiritual, la faceta gospel que abre el disco con Ultralight Beam, mi favorita sin duda, una muestra del concepto de música en el que creo: una unión de lo antiguo y lo nuevo, la fusión de diferentes fuerzas, en lugar del culto a la individualidad. Otras de mis preferidas son: FML, las dos partes de Father Stretch My Hands o Highlights. Pero, sin duda, lo que más me gusta de Ye y de lo que más aprendo, es del concepto general de la producción, no me extraña que para muchos, como Chance, trabajar en un disco suyo sea un sueño en sí mismo.
Antes de que saliera, temí que el disco me fuera a decepcionar, pero al final ha sucedido lo contrario, estoy disfrutando mucho con este disco y tengo ganas de ver lo que está por venir: las colaboraciones con Drake y Future, las nuevas propuestas visuales y todos los proyectos hiper-ambiciosos que se le ocurran. Los demás podéis ignorarle si queréis.
Me gusta el artículo pero igual que otras veces algunos medios han bebido de la fuente de otros colaboradores (véase Bigbrothabob y Fleek) esta vez creo que la situación es similar ya que encuentro bastantes similaridades entre este artículo y un artículo de youngvibez.
Si estoy muy equivocado espero se me disculpe. Un saludo y gracias por el trabajo que hacéis en general.