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Entrevista a TucXone Records

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Tucxone Records lleva ya casi un lustro lanzando estupendas muestras de soul, reggae y afro. De las paredes de su estudio de grabación, ubicado en el castizo barrio de Carabanchel, cuelgan los retratos de Otis Redding, Lee “Scratch” Perry y Fela Kuti. La santísima trinidad del ideario estético de esta disquera madrileña, fundada y regentada por Alberto “Tuco” Peces y Génesis Candela. Concebida como una disquera a la vieja usanza, Tucxone no conoce atajos y busca su sonido tratando de ser lo más fiel posible a su filosofía: cuenta con estudio analógico, dos house bands y edita todos sus lanzamientos en vinilo. El último de ellos, «Wishes & Wants», de Shirley Davis & The Silverbacks, será presentado el próximo sábado 1 de septiembre en el LOFUKI Festival, en Móstoles.

Bajo la atenta mirada de Otis, Fela y Scratch, Génesis responde a nuestras preguntas y nos ofrece una versión nada dulcificada de la pasión, el trabajo y los sacrificios que suponen mantener una empresa como esta. En la atmósfera planea el espíritu de Tuco, su partner in crime, que no ha podido reunirse con nosotros por encontrarse fuera de Madrid.

‘Si te comprometes con algo, sólo hay una forma de hacer las cosas’

· Génesis

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Lutxo Pérez: Me ha encantado ver que en vuestra página web os definís como un proyecto “por y para frikazos” y quería empezar por ahí. Cuéntame algún recuerdo que tengas asociado con el comienzo de tu pasión por la música negra.

Génesis: En la música negra empiezo con el reggae. Y a raíz del reggae es donde conecto con la corriente americana. En realidad, yo provenía del metal. ¡Provenía del death metal! Y hubo un momento, a mis 16 años, que dije, ‘joder, estoy cansado. Coincidió con la película ‘American Story X’, que hay un momento en que Edward Norton dice, ‘estoy cansado de estar enfadado. Esa frase se me quedó resonando y dije: ‘ostia, es verdad, yo también estoy cansado de estar enfadado. Ahí fue donde llegué a la mítica, a Bob Marley. Y a raíz de Marley: Burning Spear, Jacob Miller… Y vas retrocediendo: Alton Ellis, Carlton & The Shoes… Vas viendo las versiones que hacen de canciones de Estados Unidos… Esa fue mi puerta de entrada. Pero sobre todo a raíz de eso, de estar cansado de estar enfadado. (Risas).

L: ¿Cómo os conocisteis Tuco y tú, y cuándo surgió la idea de fundar Tucxone? Creo que cada uno tenía su estudio y decidisteis fusionarlos.

G: Los dos trabajamos en Radio Nacional de España y los dos somos un poco tarados de la música. La plantilla de Radio Nacional es muy grande. Si te digo que conozco al diez por ciento seguro que exagero. Pero los dos acabamos trabajando en el mismo departamento, en grabaciones musicales, y ahí es donde nos conocimos. En ese momento, él ya estaba con su estudio, su pedrada, su proyecto, sus movidas… Y yo con el mío. Igual nos tiramos seis años trabajando mano a mano, sabiendo uno lo que hacía el otro y hablando a diario de, ‘joder el reggae, joder el soul, joder el afro. Hasta que él tuvo que vender su estudio, porque lo tenía en casa de su viejo en el pueblo.

Tuco tenía un proyecto más serio que el mío porque estaba con Pyramid Blue y con Tasty Grooves. Él había empezado a encontrar su camino y yo estaba más a trabajar en un estudio de grabación al uso. Cogía proyectos de lo que me venía, aunque mi afición personal iba con el reggae y el soul. Entonces él tuvo que vender su estudio y fue como, ‘joder, pues vamos a juntarnos. Y así empezó la historia.

L: ¿La idea que tuvisteis al principio se parece a lo que ahora es Tucxone?

G: Sí… Sí pero, claro, al principio no tienes ni la más remota idea de adónde te va a llevar. No has hecho un proceso de investigación… Sí, ‘vamos a hacer un sello a lo Daptone. ¿Qué significa eso? De hecho, si Tuco estuviera aquí estoy seguro de que te contaría que estaba de pedo, en casa de Edu -el guitarrista de Los Silverbacks-, cuando se le ocurrió la idea de ‘vamos a hacer un sello. Y detrás, nos sumamos todos al carro. Porque, lo que sí es cierto es que Tuco es la fuerza motriz, es el pegamento que nos mantiene unidos, es el Braveheart, el William Wallace de Tucxone.

L: Me gusta que menciones a Daptone. Recuerdo hablar con Tuco y oírle mencionar a Daptone y Muscle Shoals como influencias que han sido importantes para vosotros. Además, aquí sentados nos observan Lee Perry, Fela Kuti y Otis Redding. Y quería que me hablaras de eso, de vuestros referentes “intelectuales”.

G: Stax. Stax es nuestro máximo referente, quizá incluso más que Daptone. Tanto en lo que se refiere al sonido como al método de funcionamiento. Pero como también tenemos nuestra vertiente jamaicana, también son referentes Channel One, Studio 1, Black Ark. El que más nos mola, tanto a Tuco como a mí, es Channel One. Black Ark es un poco más lo-fi, un poco más loco y Studio 1 abarca tanto que es difícil darle un sentido estético. Pero Channel One sí, tiene un sonido distintivo. El sonido con los Roots Radics, por ejemplo, en cuestión reggae, es nuestra principal referencia.

Y en el afro, quien se salta a Fela Kuti (risas). Dices que nos observan y es que están escogidos. Este es el puto genio que inventó el dub (señalando el retrato de Perry), por así decirlo. Y Otis es la cúspide del soul tal y como nosotros lo entendemos.

L: Una de las cosas más identificativas de Tucxone es que habéis puesto mucho empeño en  construir un estudio analógico. Muchos lectores de Crypta son frikis del sonido, los estudios, los trastos. Háblanos un poco del estudio.

G: ¿Un poco? (Risas) Un poco, dices.

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L: Bueno, háblanos cómo es vuestro estudio y de algún aparatejo al que tengáis especial cariño.

G: Te diré lo que nos dijo el otro día nuestro técnico de mantenimiento, Luigi Gaona, de forma bastante certera: sois el único estudio que conozco que estáis empeñados en sonar cada vez peor. Tengo que decir que sin él esto no podría existir, porque él es el que lo mantiene funcionando. Algo que no siempre es fácil.

En este mismo momento, tenemos un grabador Telefunken AEG de los años 80, una mesa Amek Angela también de los 80, quizá un poco posterior, de los ochentas tardíos. Y justo ahora mismo acaba de entrar en el estudio un MCI, que seguramente esté fabricado en los 80, a principios, pero que su diseño está inalterado desde mediado de los años 70. También acaba de entrar por la puerta, os lo habéis cruzado al entrar, un cajón con una mesa Auditronics Grandson, que es el mismo el mismo modelo de mesa que instalaron en Stax. Así que es eso, volvemos hacia atrás.

La mesa Altec 1567 es otra parte también bastante identificativa del sonido Tucxone, si es que hemos podido dar con algo que se pueda llamar así, seguimos en la búsqueda. Es un aparato que tienen otros estudios contemporáneos que son referente, como -un, dos, tres, responda otra vez- Daptone Records. Es una mesa americana en formato rack que son cinco canales A1. Son cinco previos de válvulas, con transformador. Con transistores en vez de válvulas me gustaría igual. Lo que define su sonido es más el transformador que la válvula. Y ese es otro de los elementos clave en nuestro sonido.

Luego hay otra serie de cacharros que aportan mucho al sonido, como los ecualizadores Tube-Tech, que son una recreación moderna de un clásico que se llama Pultec. Otra cosa que utilizamos en todo lo que hacemos es la reverb de muelles de dos canales Orban 110A. Eso vale su peso en oro.

L: Creo que es un poco atrevida la pregunta y creo que más o menos me la has respondido al hablar de la búsqueda de vuestro sonido pero, ¿por qué tanto empeño en construir un estudio tan específico con aparatos desfasados?

G: Porque si te comprometes con algo, sólo hay una forma de hacer las cosas. No hay dos maneras. Se hace así. No lo puedes hacer de otra forma.

Me he explayado mucho con el estudio, pero la parte más importante son los músicos. Tuco te haría mucho énfasis en ello. Él, sobre todo, que es el productor, ha trabajado mucho, mucho, mucho y muy estrechamente con los músicos. Tan estrechamente que ha sido agobiante. Porque, claro, ellos son gente que conoce su trabajo mucho mejor que tú. El baterista, Jorge Suárez “El Canario”, igual lleva tocando la batería, no sé, treinta años. ¿Cómo le vas a decir a una persona con ese bagaje cómo tiene que tocar? Pues ha habido que hacerlo. Ha habido que decirle, ‘no tío, esto no se toca así, se toca asá. Ha habido que meterles en vereda. Porque no todos escuchaban soul. Había quien escuchaba rock, había quien escuchaba jazz… Son otros lenguajes y no eran muy conocedores del lenguaje del soul. Los músicos de Daptone, los Dap Kings, son impecables, conocen el lenguaje del soul al dedillo. A Los Silverbacks ha habido que condensarles un proceso que Tuco y yo hemos hecho a lo largo de muchos años y muchas horas de escucha. Hasta que al final han entrado y hasta el día de hoy, que tenemos una banda que es una apisonadora.

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L: Te iba a preguntar por ellos, por Los Silverbacks, que han puesto las instrumentaciones a varios de vuestros artistas. ¿Funcionan como una house band de toda la vida? ¿Cómo los Funk Brothers en Motown?

G: Como los Funk Brothers no porque no salían del estudio.

L: Bueno, como los Bar-Kays.

G: Sí, serían como los Bar-Keys en Stax. Los músicos que iban con los artistas de la escudería. Son los que lo han hacen todo. Hasta ahora, que nos hemos visto en la necesidad de crear una segunda banda porque tenemos varios artistas girando y les coinciden bolos.

Pero ¿quién hemos pillado?, pues los sustitutos de Los Silverbacks, The Black Belts, que no llegan de nuevas. Forman parte de la salsa. (Risas).

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L: El último lanzamiento de Tucxone, con instrumentación de Los Silverbacks, es de Shirley Davis: «Wishes & Wants», su segundo trabajo con vosotros. Quería que me contaras cómo os conocisteis, creo que ella es australiana.

G: Ella es londinense, se va a vivir a Australia con 16 años porque se enamora del que sería su marido. Se va a vivir allí, se embaraza, se separa…

Ella era muy fan de Sharon Jones y la abordó en un concierto que hacía en Australia. Así se hicieron amigas. No de las que hablan todos los días, pero sí con cierta regularidad. Entonces Shirley fue a visitar a su hija a Londres, que estaba estudiando allí, y coincidió con un concierto de Sharon Jones & The Dap Kings. En el concierto, Sharon le propuso hacer con ellos la gira europea.

L: ¿Como cantante invitada?

G: No, solo como groupie, como invitada.

El caso es que la gira de Sharon Jones tenía una fecha en Madrid y la plana al completo de Tucxone y Los Silverbacks (risas) acudimos para rendir pleitesía. En un momento del concierto, Sharon sacó al escenario a varias personas del público y una de ellas era Shirley. La gente subió a bailar, pero Sharon pasó el micro a Shirley. Entonces Tuco y yo nos miramos y dijimos, ‘¡hostia!. Sharon fingió que no la conocía, como si fuera una espontánea, y le preguntó cómo se llamaba, supongo que para ayudarla a promocionar su carrera. Y dijo, Shirley Davis. Apuntamos el nombre mentalmente y esa misma noche lo hablamos. ‘Vamos a buscarla, ¿vivirá en Madrid? Joder, sería la hostia que viviera en Madrid. La encontramos y la escribimos un mensaje. Nos contestó y nos contó su historia, que vivía en Australia… Pero nos dijo, ‘me interesa lo que me estás contando, me voy a vivir a Madrid. Y dijimos, ‘¡joder!, (largo silencio) ¡Pues venga, pues vale, vente para Madrid!.

L: ¿Estáis contentos con el segundo disco?

G: Pues no estamos súper contentos, la verdad, porque el proceso ha sido difícil. Una de las cosas que tenemos en Tucxone es que abarcamos mucho, desde el proceso creativo hasta contratación de las giras. Es todo. Todo, todo, todo… Entonces, se produce un desgaste en lo emocional.

Lo que más desgaste produce es la situación en las giras. Se cobra muy mal. Los músicos lo pasan fatal, malviven. Tienen mucha tensión. Entonces, la grabación de este álbum se hizo con bastante tensión en el estudio. Con lo cual, se hizo un poco deprisa. La grabación no acabó de ser lo que tenía que haber sido. Y te toca arreglarlo en postproducción, en la mezcla.

Hemos repetido las mezclas de «Wishes & Wants» cinco veces enteras. Cinco veces de coger, hacerte el disco entero una vez, escucharlo, madurarlo un poquito y decir, ‘no tío, no lo tenemos. Y volver aquí y empezar de cero. No es esto de ‘ah, te hago un retoque’ y eso lo cuento como una mezcla. No. Te estoy hablando de hacer cinco veces el proceso entero.

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El disco tenía que haber salido en noviembre del año 2017 y ha salido en abril de 2018. Eso te dice el tiempo que hemos pasado aquí Tuco y yo, mano a mano. Eso ha también ha tensionado la situación con los músicos. Además, es el mismo momento en que ha nacido los Black Belts, que ha generado un poco de celos entre el hermano pequeño y el hermano mayor. Por suerte, las aguas han vuelto a su cauce y ya está todo el mundo hecho a la situación y a que este es el disco que hemos sacado, dadas las circunstancias.

Además, la última mezcla que hemos hecho ha sido todo un descubrimiento. Hemos hecho una serie de avances y descubrimientos con procesos que nunca habíamos hecho. Hemos hecho un proceso psico-acústico… Yo lo oigo. No sé si la gente oye «Wishes & Wants» y lo compara con «Black Roses» y oye la diferencia. Para mí hay mundo entre los dos discos. Gracias a estos trucos de psico-acústica hemos salvado el disco. Porque estuvimos a punto de no sacarlo, de volver a convocar a la banda y volverlo a grabar.

L: Quería hablar también de vuestra faceta reggae. Hace un año habéis un año y medio habéis sacado un discazo, «Inner Calling» de Marcus I & The Tucxone. Quería que me hablaras de él y también de la faceta de Marcus como compositor de casi todos los temas de vuestra discografía.

G: Un 80% del catálogo de Tucxone Records lo han escrito entre Eduardo Martínez y Marc Ibarz. Varía el porcentaje de cada uno. Por ejemplo, la música de ‘Wishes And Wants’ está prácticamente compuesta en su totalidad por Eduardo Martínez. Marc Ibarz se ha sumado componiendo alguna letra a canciones que ya estaban bastante acabadas. «Black Rose» es al contrario. Las ideas de casi todos los temas eran de Marc, su guitarra y su voz, y ha llegado Edu y ha hecho una orquestación para banda de soul. Va variando. En el próximo lanzamiento que vamos a hacer hay otros compositores. Tuco se ha metido a hacer algo de composición y el teclista de Los Silverbacks, Lucas Duplá, también. Y el cantante, J.P. Bimeni, ha escrito una de las letras.

Sin embargo, en Marcus I & The Tucxone Army sí son los temas de Marc. Y la música, los riddims, ha sido un trabajo de Tucxone Army. Ellos han orquestado el disco. No sé si me entiendes con orquestar. De un tema de guitarra y voz han hecho un riddim.

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L: ¿En ‘Inner Calling’ buscabais el sonido Channel One del que hablabas al principio?

G: Sí. No lo hemos logrado, pero era lo que buscábamos.

Nuestro proceso es el de prueba y error. Nos pareció un discazo. Mejorable, muy mejorable, pero un discazo. De esto va la cosa, ir produciendo y llegar a nuestro máximo en este momento, dadas las circunstancias. Sin aferrarse demasiado.

A día de hoy, si grabáramos otro disco de reggae… De hecho, has escuchado lo que hemos hecho con Mighty & The Megatons. Lo edita Liquidator pero tiene que ver con Tucxone en que el baterista es Tuco, se ha grabado aquí y tiene el sonido de aquí. Eso, estilísticamente y estéticamente, está más acorde a lo que queríamos lograr que en el caso de Marcus I & The Tuxsone Army con el sonido Channel One. A día de hoy, si grabáramos un disco de roots reggae, lo afinaríamos mucho más.

L: Ya has hablado de vuestro próximo lanzamiento, un LP de J.P. Bimeni & The Black Belts,  pero quisiera que nos presentaras a J.P. y que nos contaras un poco más del disco.

G: Él es de Burundi y ha sobrevivido al genocidio entre hutus y tutsis. Hasta en tres ocasiones le ha pasado por encima la guerra y no te puedo decir que ha salido sin ningún rasguño, porque tiene unas cicatrices que asustan. Eso en lo físico. En lo psicológico, asombra la positividad y lo amable y lo encantador que es pese a haber vivido estas experiencias. Haber salido adelante como la persona que es demuestra que tiene algo que es especial. Y eso se demuestra en su forma de cantar.

No tiene una técnica vocal del carajo, pero nos indicaron, ‘escucha esto, te va a gustar. Él tiene un tributo a Otis Redding en YouTube. Lo escuchamos y dijimos, ‘hostia, esto es creíble. No sé por qué, pero me lo creo. Con todo lo que Tuco y yo hemos rajado de los tributos. Pero vimos el de J.P. Bimeni y pensamos que era creíble. Es un tío que interpreta a Otis y resulta natural. Luego lo analizas y la banda no te gusta, lo que te gusta es esta persona. Le ves y es un tío con presencia escénica, alto, guapo… Y con una voz que no tiene una gran técnica, pero tiene el sufrimiento de todo lo que ha pasado. De alguna forma, ese sufrimiento se trasmite a partir de su voz. Tiene esa voz rota… a lo Otis. Es eso, tío, tiene algo muy especial. Trasmite.

Todo el mundo lo ve. Hemos recibido unas críticas de la hostia. Dj Yoda, Laurent Garnier, Craig Charles… Y ahora mismo está petándolo en la BBC. Desde la salida del disco hasta mucho más allá, tiene todo octubre y todo noviembre petado de entrevistas en la BBC. La gente que lo escucha señala eso, todo lo que trasmite. Es especial.

L: Cuéntame algo que me haya podido dejar en el tintero, cosas en las que estéis trabajando.

G: Pues lo próximo en lo que nos estamos metiendo es el Latin Soul. A raíz de haber tocado en (el festival) Black is Back, compartiendo cartel con Joe Bataan. Joe Bataan nos dijo que nos grababa un disco gratis (risas generalizadas).

Eso es lo que nos dijo. Luego la realidad ha demostrado ser otra. Al margen de que sea con Joe Bataan o no, estamos trabajando en la banda. Tenemos preparado un single que aún no hemos grabado. Estamos a ver si nos da tiempo a reconfigurar el estudio antes de grabarlo.

Después de grabar este single, tenemos pensado grabar otro disco de reggae a Marcus I. Nuestra idea es hacer a Marc aquí su ‘Catch A Fire’. Grabar una banda de igual quince músicos, con sus tres percusionistas, batería, piano, órgano… Igual los coros queden para luego. Pero la intención es hacer un disco de reggae de esos de decir, ‘¡aguanta!. Y no con sonido actual, sino hacernos no sé si un Island Records, que a nivel sonido no es nuestro referente, sino un Marley en la época Black Ark.

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L: Para ir terminando, quiero volver al tema personal. ¿Cómo compatibilizáis Tuco y tú tener este mastodonte de empresa a nivel familiar y económico?

G: Pues mal (risas generalizadas). Mal, fatal, muy mal. Combina muy mal. Los dos hemos sido padres. Tenemos que atender al trabajo alimenticio, en Radio Nacional, y hay que atender la familia, las amistades… además de llevar la empresa.

Tengo que decir, y Tuco estaría de acuerdo, en que la empresa la llevo yo. Él se dedica a la producción discográfica. No es que sea menos trabajo ni menos duro, pero estaréis de acuerdo conmigo en que es la parte bonita (risas). Yo me llevo la parte de administración, gestión… Mantener esto funcionando.

Y la parte económica mal. Hombre, vendemos discos. Eso nos salva, es lo que nos mantiene a flote. Porque los cachés de las bandas no dan como para que nos llevemos un porcentaje. Casi todo sale de nuestro bolsillo, de nuestra nómina de Radio Televisión Española. Eso es lo que mantiene Tucxone funcionando. Hay quien prefiere comprarse videojuegos, videoconsolas, irse de viaje a Vietnam o comprarse un Audi. Nosotros no, nosotros tenemos esto. Y esto es lo que hacemos para desgracia de nuestras mujeres (risas), que les gustaría irse a Thailandia.

L: Última pregunta. Me gustaría que me dijeras cosas que escucháis, que os interesan. Artistas, sellos…

G: A día de hoy, lo único que escucho es ‘El Señor Don Gato’. Con mi hijo, tío, cuando llego a casa, no escucho una mierda. En el coche llevo la discografía completa de Stax, la discografía completa de Daptone, Truth & Soul, Big Crown… En el curro escucho mucha música, pero de todo y (baja la voz) casi todo malo (risas). Lo que traen a Radio 3. Y en mi casa, el puto ‘Señor Don Gato’. Es lo que hay.

Fotografías por JCJ Photo

Entrevista por Lutxo Pérez.

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