Jack Johnson, el primer boxeador negro en ser campeón del mundo, fundó en 1920 el Club Deluxe en Harlem. Tres años después, el gángster Owney Maden era puesto en libertad tras estar preso en la cárcel de Sing Sing, compra (probablemente con extorsión) el Club Deluxe y le cambia el nombre: Cotton Club. El Cotton fue uno de esos clubs que entre humo y alcohol de contrabando participó de manera considerable al desarrollo del jazz. Ese mismo club que no permitía la entrada a negros, que no permitía a sus empleados negros juntarse la clientela relegándoles al callejón trasero dónde soplaban whisky y marihuana, y que a pesar de ello puso su grano de arena en el Harlem Reinassance. Ese club que fundó el primer boxeador negro en ser campeón del mundo.
Del Cotton a Columbia
Retomamos la vida de Duke tras dejarla aparcada en 1927, cuando tras la negativa de King Oliver, Duke Ellington fichó como líder de orquesta del Cotton Club. Tal y como repasamos en el cuarto viaje con Black And Tan Fantasy, Duke comenzaba llevaba tiempo contando con el cornetista y trompetista Bubber Miley para sus composiciones. Bubber fue de esa exclusiva lista de compositores que trabajaron codo con codo con Duke, dejando una huella imborrable en el estilo compositivo del pianista. Como demuestra Miley en Black And Tan Fantasy, y precisamente influenciado con el uso del wah-wah en la corneta de King Oliver, venía tiempo perfeccionado el muteo con plunger para conseguir esa especie de rugido con la trompeta. Este peculiar sonido, junto al uso del wah-wah por parte del trombonista Tricky Sam, fueron imprescindibles para la gestación del estilo jungle, cuya expansión (y prácticamente invención) se atribuye con razón a Ellington y su orquesta. El día 4 de Diciembre de 1927 Duke Ellington se estrenaba en el Cotton, y desde entonces aquellos animales metálicos de la jungla recorrieron Estados Unidos en libertad gracias a las retransmisiones por radio de la WHN y más tarde de la WEAF/NBC. El nombre de Duke se expandía a nivel nacional, también gracias a las gestiones de su manager Irving Mills, mientras esos músicos seguían bebiendo a morro en la puerta trasera, y la sociedad blanca bebía sentada ante la calidad de la orquesta del Duque. Durante los años del Cotton la orquesta tuvo muchos nombres, The Whoopee Makers, Harlem Foowarmers, Mills Ten Blackberries o uno de los más apropiados, The Jungle Band. Durante estos años se añadieron figuras importantes para la orquesta en el futuro como el saxofonista Johnny Hodges, el clarinetista Barney Bigard, o el ya conocido Juan Tizol. Duke seguía componiendo nuevas canciones como Black Beauty, The Mooche (1928), Saturday Night Function, Breakfast Dance (1929) Old Mand Blues y Mood Indigo (1930). Esta última composición la hizo en quince minutos, mientras su madre preparaba de hacer la cena, y junto a la aparición en la película «Check And Double Check», proyectó el nombre de Duke y su música internacionalmente. No obstante, Duke ya había aparecido en la gran pantalla en 1929 en el musical de Dudley Murphy, «Black And Tan», cuya inspiración en el estándar de Duke es obvia, y que como no podía ser de otra forma es un tributo al Harlem Reinassence. Ese mismo año Bubber Miley abandona la orquesta, aunque su legado en el uso de las sordinas quedó innegablemente como sello de identidad en la carrera de Duke. La culpa de esa transmisión del estilo de Miley en los siguientes músicos que pasaron por la formación corresponde al otro especialista, Tricky Sam, que se encargó de enseñar la técnica al trompetista Cottie Williams, el sucesor de Miley. Bubber Miley murió en 1932 por tuberculosis.
En enero de 1931 finaliza la relación entre Duke y el Cotton Club, y los efectos de la Gran Depresión hacían mella en los sellos discográficos que disminuyeron considerablemente sus grabaciones. No obstante, la música de Duke había enamorado a la sociedad norteamericana gracias a las retransmisiones radiofónicas. Eso le permitió tener las puertas abiertas en todo el país, por lo que pudo mantener la banda gracias a la carretera (a Duke le daba pánico volar en avión). Aquel chico educado criado en Washington que maduró en -y junto- al Harlem, recorría estado a estado con su banda, su educación y su simpatía, repartiendo su música y junto a ella una personalidad que iba calando en el pueblo americano hasta que éste se sintió totalmente identificado con los valores y el swing de Edward Kennedy Ellington. En esos primeros ’30, entre alto en el camino, problemas raciales en el sur, noches de hotel, y con las incorporaciones de la cantante Ivie Anderson y Lawrence Brown, Duke compuso Rockin’ in Rhythm, Echoes of the Jungle (1931), It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That Swing), St Louis Blues (1932), Sophisticated Lady, Solitude junto a Juan Tizol, o Symphony in Black junto a la indescriptible voz de Billie Holiday para la película de mismo nombre. Él había calado en América, y The Mooche en el mundo, lo que permitió en 1933 su primera gira europea.
«The atmosphere in Europe, the friendship, and the serious intereset in our music shown b critics and musicians alike put new spirit into us»
Duke Ellington
El 27 de Mayo de 1935 muere Daisy Kennedy Ellington, la madre de Duke. Sobra decir que este suceso supone un duro golpe para el compositor, reflejado en las composiciones In a Sentimental Mood compuesta tres días después, y Reminiscing in Tempo tras un periodo de encierro. Aunque la creatividad de Ellington sufrió un ligero freno en ese año, el maletín de Irving Mills visitaba las oficinas de los sellos del momento dónde su pluma cerraba contratos de grabación hasta 1940. Columbia, Victor (RCA), OKeh, Domino, Jewel, Velvet… Los ya clásicos del Duque eran reversionados una y otra vez en estudios de grabación de todo el país desde Nueva York a Los Angeles. A eso se sumaban nuevas, e innumerables composiciones: Caravan junto a Juan Tizol, Echoes of Harlem para el lucimiento de Cootie Williams, dolor para el clarinete de Barney Bigard, o ritmo para Johnny Hodges. Son años en los que Duke empieza a forjar su verdadera personalidad compositiva, componer para SU orquesta: «Cuando se compone música hay que saber siempre cómo juega al póker quién debe ejecutarla». En 1938 hay una incorporación a la orquesta que va a ser fundamental en la carrera de Duke desde entonces, la de Billy Strayhorn. Desde entonces ambos serán uno en la composición gracias a la forma en que Strayhorn supo detectar y enfocar las necesidades e inquietudes de Ellington. Pero ese no sería el único cambio trascendental para Duke de cara a la siguiente década, ya que en 1939 dejó de trabajar con Irving Mills.
Indiscutiblemente el jazz es una música dinámica que ha vivido y vive una renovación continua. En los ’40 las big-bands fueron decayendo a favor de otro tipo de formaciones con menos miembros, y por lo tanto más económicas, como los solistas, o más tarde las formaciones cuartetos y quintetos de bebop. Aun así el trabajo de Duke no cesa, su vida gira en torno a la música. Desayunaba fuerte, porque según él es la única comida que seguro iba a hacer en el día, pasaba el día en el estudio grabando nuevas composiciones o ensayando nuevos arreglos, y al volver a casa seguía componiendo. Componía hasta que se acostaba, pensaba mientras conciliaba el sueño, componía mientras soñaba, y se despertaba a media noche para encender la lámpara, levantar la tapa del piano, y hacer nuevas anotaciones. Su lista de composiciones no paraba de crecer. El 10 de Julio 1941 estrenó el musical «Jump For Joy» en el Mayan Theater de Los Ángeles, repitiendo el concepto de obra en torno a la identidad afroamericana. El éxito del musical no fue el esperado, y la prohibición para grabar del ’42 al ’44 hicieron mella en las arcas de Duke. Aun así no todo fueron adversidades. La semana del 17 al 23 de Mayo de 1943 se celebró en Nueva York la Duke Ellington’s Week, y ante tal tributo lo apropiado era responder con una composición exclusiva. Aquella noche Duke se estrenaba en el Carnegie Hall, y lo hacía de la mano de su suite «Black, Brown & Beige». Una metáfora con tonalidades para la historia del negro americano desde la esclavitud hasta la creación del swing. Cientos de personas, la mayoría de ella blancos, admiraron la capacidad compositiva de El Duque desde la cadencia del contrabajo que abre Part I: Work Song representando las pesadas y repetitivas tareas de la esclavitud, hasta el cierre con guiños a todas las partes de la suite, como si el presente no fuera nada sin lo anterior.
«The history of the American Negro, starting with the Negro back in the jungles of Africa, and following through to the modern Harlemite»
DownBeat Magazine
Columbia, relevos generacionales, y condena de los críticos
En 1945 inició un nuevo proyecto de broadcasting llamado «The Duke Ellington Treasury Series» que durante ese mismo año y 1946 dio para un total de 45 emisiones. Un año después, en 1947, ficharía por Columbia. La incorporación al clásico sello, supondría para Ellington una nueva oportunidad de reversionar sus composiciones, y por supuesto seguir haciendo nuevas, gracias a un nuevo formato, el long play. Ese mismo año se estrenó con «The Liberian Suite», y una nueva prohibición de las grabaciones que duró hasta Agosto de 1949 le obligó a lanzar su siguiente trabajo estrenando la década de los ’50, «Ellington Masterpieces». Las prohibiciones, el desgaste, las buenas artes de Duke para echar a músicos de su banda, o simplemente la necesidad de un artista de buscar nuevos caminos, provocaron marchas en la banda de Duke como la de Lawrence Brown, el batería Sonny Greer que le acompañó desde los inicios, o una de las más significativas, la de Johnny Hodges. Aun así el ojo de Duke para los músicos era tan agudo como su sentido de la composición, y supo suplantar las bajas incorporando a dos figuras claves en esta nueva etapa de su orquesta: el saxofonista Paul Gonçalves, y el sublime batería Sam Woodyard. También contactó en 1948 con un chico de piel oscura de 22 años cuya trompeta estaba haciendo mucho ruido en Nueva York, pero Miles Davis por aquella época y a pesar de su juventud ya tenía el compromiso con su música como para rechazar la oferta porque estaba acabando «Birth of the Cool» (1957 – Capitol). Tras grabar su siguiente LP con Columbia, llamado «Ellington Uptown» (1951), fichó por Capitol. «Jazz is music, swing is business» que se decía, y en Capitol sabían que las viejas composiciones del Duque aún tenían tirón en el mercado, gracias también a la inagotable creatividad de Duke y Billy Strayhorn para dar nuevos enfoques a las mismas, todo hay que decirlo. Para quién no estuvo tan bien visto fue para la crítica, que empezó a tachar la música del Duque de caduca y pasada de moda. Su vista se centró en nuevos sonidos como el de Bill Evans, Thelonious Monk, Dave Brubeck, o el mismo Miles Davis, aunque la música de Duke siguiera siendo de una calidad excepcional.
Algunas composiciones de Duke en los años ’40
1940: In a Mellotone
1941: I got It Bad and That Ain’t Good
1942: Main Stem
1944: I’m Beginning To See The Light
1945: Carnegie Blues
1946: Happy-Go-Lucky Local Pt. 2
1947: On a Turquoise Cloud
George Wein nació el 3 de Octubre de 1925 en Boston. Era hijo de judíos, y mientras estudiaba empezó a tocar el piano. En 1950 tras graduarse y servir en la Segunda Guerra Mundial, montó el club Storyville, y el sello de mismo nombre que ha editado a artistas tan fundamentales como el mismo Duke, Louis Armstrong, Clark Terry, Billie Holiday, Joe Sample, Charlie Parker o Sidney Bechet. En 1954 organizó, incitado por unos amigos Rhode Island, el «Newport Jazz Festival» que en su primera edición contó con las actuaciones de Dizzy Gillespie Quintet, Gene Kupra Trio, Modern Jazz Quartet o Ella Fitgerald. En la edición del siguiente año, Ellington participó como presentador, pero para la edición de 1956, Wein, conocido como «the most important non player… in jazz history», quiso contar con Duke. Desde aquel histórico concierto en Rhode Island, que supuso un nuevo punto de inflexión en su carrera, empezaremos nuestro siguiente Jazz Voyages.
Muy interesante esta entrada, enhorabuena.
Como curiosidad, comentar un par de cositas que me parecen interesantes:
– Jack Johnson influyó en el jazz no sólo en la apertura del Deluxe, sino que fue una de las máximas influencias de Miles Davis (que practicaba boxeo de forma muy activa. De hecho, dicen las malas lenguas, que una vez Max Roach comprobó en sus propias carnes hasta qué punto Miles estaba influido por Jack). Hasta el punto que realizó una banda sonora para un documental sobre su vida.
– Para el que esté más interesado en las giras del Duke, recomiendo que se informe sobre su paso por Oriente Medio y las filigranas que debían hacer los miembros del personal de la delegación estadounidense para salvaguardar la imagen honorable de Ellignton y que no se entera «todo quisqui» de que estaba liado con una de las componentes de la orquesta. Aunque bueno, esto ya es puro gossip.
¡Un saludo!
¡Gracias men! Sabía algo de Miles y el boxeo pero no que Jack Johnson estuviera de por medio.
He investigado ligeramente lo de las giras por Oriente Medio y parece que fueron por los ’60. Muchas gracias por la información porque no sabía nada sobre esto y seguramente lo incluiré también en la Parte 3.
Sobra decir que el artículo está abierto para todo lo que se quiera ampliar o corregir con comentarios.