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Crónica de Thundercat (Madrid, 2017)

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El Drunk World Tour de Thundercat pasaba por España de la mano de Primavera Sound para dejarnos un concierto plagado de funk, rock progresivo, free jazz, progresiones armónicas y largos solos. ¡Te lo contamos todo!

[/vc_column_text][vc_column_text]Jueves 23 Noviembre de 2017 · 21:00h
Recinto: Teatro Barceló (Madrid)
Precio: Anticipada: 33€[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»23817″ img_size=»full» alignment=»right»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Fotografías por Mauricio Catón

Un gato de peluche esperaba paciente sobre los amplificadores que presidían el escenario. Delante, un bajo eléctrico de seis cuerdas con el logo de la conocida serie de los ’80 creada por Tobin Wolf. La luz de la sala cambiaba, y el baterista Justin Brown, el teclista Dennis Hamm, y el violinista Miguel Atwood-Ferguson tomaban posiciones. Estos dos últimos se encargaron de tocar una introducción que servía de presentación para Thundercat, que salía al escenario y enchufaba su bajo para invitarnos con Raboot Ho a entrar en el agujero del conejo y participar en su etílico viaje.

Al igual que en el disco publicado por Brainfeeder (sello de Flying Lotus) empalmaron la intro con Captain Stupido, en el que ya pudimos escuchar el primer solo del virtuoso bajista de Los Ángeles. Al acabar el tema, Thundercat sonrió y saludó, pero faltaba algo… Sentir más las vibraciones, así que se descalzó, miró a la banda, dio la señal, y comenzaron Uh Uh.

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Después llegó el turno de Bus In The Streets, interpretado más lento y rockero que en el disco, para hacer un medley con These Walls y reinterpretar su contribución a «To Pimp A Butterfly» de Kendrick Lamar. Con A Fan’s Mail nos recordó lo cool que era ser un gato enlazándolo con su precusora Trong Song del disco «Apocalypse» publicado en 2013.

El concierto iba tomando cada vez más el formato jam: una exposición de los temas, estribillo, y enseguida un solo de Thundercat que en la mayoría de las ocasiones daba paso a los solos de sus compañeros. Aunque las largas improvisaciones y continuas progresiones distan bastante del concepto de «Drunk», es obvio que los allí presentes sabían que el directo sería otra cosa, por lo que nadie parecía atorarse en exceso con los rápidos fraseos del bajista californiano.

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Quizá por eso, a mitad de concierto decidió recurrir a uno de sus himnos con más pegada, Heartbreaks + Setbacks, con la que parte del público se emocionó especialmente. En Lone Wolf and Cub de su EP «The Beyond / Where The Giants Roam» llegó uno de los momentos de la noche, con Thundercat aprovechando el puente del tema para hacer un divertido juego de pregunta respuesta con Miguel Atwood, continuar el juego con el teclista, y por último dar pie al batería que, de la fuerza que había adquirido el tema, hasta en tres ocasiones tiró el platillo de la plataforma sobre la que estaba.

Por supuesto no podría faltar una representación de su vínculo con Flying Lotus, y para elló escogió nada más y nada menos que MmmHmm de «Cosmogram», el primer disco en el que trabajaron estrechamente allá por el 2010. A éste le correspondió un medley de Complexion para retomar el «TuPAB», y después mezclar en una cocktailera 3AM, Drunk, Walk On By y Drink Dat.

Comenzaban a cobrar sentido muchas de las preguntas que surgían al escuchar «Drunk», ¿por qué tantos temas tan cortos? Porque en el directo la mayoría de los conceptos del disco se difuminan entre solos, virtuosismo, y alternancia de efectos en el bajo de Thundercat, el violín de Atwood-Ferguson, y los dos Motif y el Rhodes de Dennis Hamm.

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El humor que deja intuir Thundercat se comprobó cuando nos felicitó el Día de Acción de Gracias y dedicó a los fans de los videojuegos el corte Friendzone. La banda abandonó el escenario para hacerse de rogar, y volvieron para invitarnos a no movernos en Them Changes, resucitar otra de sus joyas, Lotus and the Jondy, y cerrar con DUI.

Dio igual que nos quedaramos un rato pidiendo otra y esperando frente al escenario como si no hubiera pasado algo más de una hora. Aquello había sido todo, y nos tocaba esperar para la siguiente sesión de virtuosismo felino y etílico.

Texto por Dasar

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